El impostergable reto de la desigualdad social
Discurso de la Excelentísima Señora Vicepresidenta de la República Dominicana, doctora Margarita Cedeño de Fernández, comentando la Matriz de la Desigualdad Social presentada por la Comisión Económica para América Latina y El Caribe.
- Esta matriz me parece que es el resultado de una profunda investigación sobre la desigualdad social en América Latina y El Caribe, que aportará importantes herramientas para el desarrollo de estrategias inclusivas, que aborden esta problemática desde un enfoque de derechos.
- La reducción acumulada de la desigualdad medida por el coeficiente GINI en el período 2004-2015 ha sido muy mínima, de apenas cuatro centésimas, a pesar del crecimiento sostenido de la economía del país.
- No habrá políticas sociales de calidad, que sean efectivas, eficientes, sostenibles y transparentes, si no apostamos al fortalecimiento institucional y a los pactos sociales.
Quiero felicitar la elaboración por parte de CEPAL de este importante documento, que constituye la Matriz de la desigualdad social en América Latina y El Caribe.
Es un aporte extraordinario al debate sobre Desarrollo Social y desigualdad, que nos ocupa en estos dos días, como temas que deben ser medulares en las agendas de todos los Gobiernos de la región.
Esta matriz me parece que es el resultado de una profunda investigación sobre la desigualdad social en América Latina y El Caribe, que aportará importantes herramientas para el desarrollo de estrategias inclusivas, que aborden esta problemática desde un enfoque de derechos.
Considero que la preocupación más apremiante que arroja esta Matriz, es que la desigualdad social es estructural en toda la región, manteniendo niveles muy elevados, a pesar de la implementación de las políticas sociales y las políticas económicas de carácter redistributivo que han generado el progreso de la región en los últimos 10 años.
De la lectura del documento, y de las innumerables discusiones que hemos sostenido en distintos países del mundo, podemos concluir que el problema está en la estructura productiva.
En muchos de nuestros países, la política social y la estructura productiva, están halando hacia direcciones distintas, generando tensiones que profundizan la desigualdad, generando en muchos casos, un punto de quiebre en la cohesión social.
Los factores que inciden en una estructura productiva deficitaria están claros: una alta heterogeneidad, poca especialización del trabajo y baja productividad.
En este contexto, hablar de desarrollo sostenible, tal y como lo plantean los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se hace bastante difícil, especialmente en un entorno económico regional, que aún mantiene expectativas de crecimiento conservadoras para la mayoría de los países.
Lo ha dicho la CEPAL.
Para el 2016, la región experimentará una contracción económica de -0,8%, debido principalmente a las cifras que presentan Venezuela (-8,0%), Brasil (-3,5%), Ecuador (-2,5%) y Argentina (-1,5%).
Esta Matriz de la Desigualdad Social, debe leerse conjuntamente con los Estudios Económicos, porque es evidente que son temas que van de la mano, y uno genera consecuencias sobre el otro.
Si en el ámbito económico continúa un contexto externo que no vislumbra un repunte significativo de la economía a nivel mundial, si se mantienen o profundizan los bajos niveles de crecimiento, así como las tasas bajas de crecimiento del volumen de comercio mundial, esto traerá consigo una disminución significativa en el empleo formal y, por ende, una mayor presión a los indicadores que influyen en la desigualdad social.
Lo que nos plantea esta Matriz es la necesidad de atender el mercado laboral, porque es allí donde se está generando una acentuada desigualdad de ingreso en los hogares. Una gran proporción de los empleos, alrededor de un 50%, está en sectores de baja productividad, con un escaso o nulo acceso a la protección social.
Esta desigualdad de ingresos es, a la vez, causa y efecto de las disparidades que vemos en otros ámbitos, como la educación y el acceso a activos y servicios financieros.
Aunque el documento no analiza la evolución de la desigualdad en la región, cabe señalar que el consenso existente es que la respuesta de la desigualdad ante el crecimiento económico experimentado en la región en los últimos 15 años, ha sido menor a lo esperado.
Lo vemos en el caso de nuestro país, la República Dominicana. La reducción acumulada de la desigualdad medida por el coeficiente GINI en el período 2004-2015 ha sido muy mínima, de apenas cuatro centésimas, a pesar del crecimiento sostenido de la economía del país.
En definitiva, para que exista una mayor correlación negativa entre la desigualdad y el crecimiento, es imprescindible romper con la heterogeneidad de la estructura productiva, propiciando una mayor formalización del mercado laboral y elevando la productividad del trabajador.
Pero no se trata tan solo de establecer entornos reglamentarios efectivos, insertarnos en mercados con estrategias articuladoras para los sectores; no se trata solo del desarrollo de infraestructuras o del acceso a financiamientos.
Para que se pueda lograr esa correlación, se requiere la capacitación de la mano de obra, el apoyo a la innovación, a la investigación y el desarrollo, para que de esa manera podamos generar una mayor productividad relativa y que los empleos se concentren cada vez más en sectores competitivos.
Amigos y amigas:
En lo relativo al enfoque del documento hacia las desigualdades étnicas y raciales, no podemos desde nuestra experiencia hablar del tema, con la misma propiedad con la que pueden hacerlo otros países, como México, Brasil o Bolivia, debido a que no existen en nuestro territorio etnias indígenas o grandes diferencias raciales que acentúen la desigualdad social.
Sin embargo, si debo resaltar que el análisis que se ha hecho en la Matriz es una propuesta interesante, para que países con esta realidad, puedan generar políticas sociales que aminoren el impacto de este factor y aborden la fuerte segregación territorial que genera.
En particular para aquellos donde las tasas de pobreza son bajas, pero que tienen brechas bastante significativas, como es el caso de Chile y Uruguay.
Si quisiera concentrarme en las desigualdades de género, planteadas en el capítulo II del documento.
Resulta altamente preocupante el menor acceso de las mujeres al mercado laboral, que resulta paradójico en un contexto donde las mujeres tienen mayores logros educativos que los hombres. En el caso de la República Dominicana, las mujeres empeladas han completado, en promedio, 2.4 años adicionales de educación que los hombres empleados.
A esto se suma una fuerte desigualdad salarial con motivo al género, que Ustedes bien conocen en sus países, que nos lleva a la conclusión de que, en el caso de la mujer, un mayor logro educativo no se traslada al mercado laboral, por diversos motivos: la persistencia de la segmentación ocupacional por género, las significativas desigualdades de ingresos entre hombres y mujeres que realizan trabajos de igual valor, al igual que los diversos mecanismos y proceso que existen de discriminación directa e indirecta hacia la mujer.
Pero lo más preocupante es la continua y persistente división sexual del trabajo, que asigna a la mujer la carga principal, cuando no exclusiva, del trabajo doméstico no remunerado.
Vale la pena resaltar que los puntos críticos identificados por grupo etario, presentan un alto contenido de desigualdad de género.
Por ejemplo, la vulneración de derechos en la etapa de la infancia, que trae consigo consecuencias permanentes en el bienestar actual y las posibilidades futuras de desarrollo de las personas, impacta en gran medida a las madres.
Igual sucede en la juventud, donde seguimos manteniendo a este grupo como un objeto de los políticos y no como sujetos de derechos y agentes de desarrollo y cambio productivo. Aquí podemos identificar el embarazo a destiempo como un factor clave de la transmisión intergeneracional de la pobreza.
Los riesgos que aprecia el informe en la adultez, por igual, tienen un gran componente de género, que se refleja en la escasa participación laboral, la baja calidad del empleo, los ingresos y las condiciones de trabajo, así como los mecanismos de acceso a la protección social, especialmente en lo relacionado a servicios de cuidado. Todos son indicadores donde la mujer está en franca desventaja.
Finalmente, la vejez, etapa donde se aspira a un ingreso estable que provenga de las pensiones y jubilaciones, donde se exige una mayor atención al estado de salud y a la autonomía física e intelectual. Sin embargo, las carencias que acumula la mujer en sus tres etapas anteriores, resultan en una vejez donde el bienestar y la dignidad no le están aseguradas.
Hace pocos días, Montevideo fue sede de la Conferencia sobre la Mujer de América Latina y El Caribe.
La Estrategia adoptada en este cónclave presentó 10 ejes y 74 medidas, en total sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que estoy segura aportarán a desenredar el complejo panorama socioeconómico que obstaculizan y reducen el alcance de las políticas de igualdad de género y el desarrollo de las mujeres.
Amigos y amigas:
Un último eje que estructura toda esta matriz, es el territorio. Son innegables las grandes brechas entre territorios ricos y territorios pobres.
En todas nuestras ciudades lo vemos.
Como plantea el informe, en esta parte del mundo “el lugar importa”, por ser un factor clave en la distribución de las oportunidades de bienestar.
En un contexto de grandes “trampas de pobreza espacial o trampas territoriales de la pobreza”, se deben impulsar políticas específicas que aborden: 1) los factores agroecológicos; 2) las carencias institucionales y la ausencia del Estado en muchos territorios; 3) el estigma que afecta a muchos colectivos y; 4) las infraestructuras necesarias para la atención y los servicios ciudadanos.
Lo ha manifestado la CEPAL antes: “la singularidad latinoamericana es que, a diferencia de los países europeos, la concentración territorial del PIB está acompañada de inequidad”.
Simplemente, la desigualdad social se evidencia con más fuerza en la segregación espacial y en los tugurios, allí se reproducen los efectos derivados de los distintos ejes de la desigualdad social.
Apreciados colegas:
Con mucha claridad, la Matriz de la Desigualdad plantea la necesidad de políticas de inclusión social con enfoque de derechos y ciclo de vida, con perspectivas de género e intercultural.
Es la clave para una articulación integral entre los ejes de la desigualdad, las brechas identificadas y para hacer realidad la ambiciosa Agenda 2030.
Un interesante debate que nos plantea el documento, es cómo podremos orientar las políticas sociales hacia un universalismo sensible a las diferencias, especialmente en los contextos donde existen esas grandes diferencias étnicas, raciales y territoriales.
Para ello, fortalecer la dimensión territorial de la política social es una tarea impostergable en muchos de nuestros países.
Quiero finalizar con lo que, para mí, es la tarea fundamental ante el gran reto de la desigualdad social.
No habrá políticas sociales de calidad, que sean efectivas, eficientes, sostenibles y transparentes, si no apostamos al fortalecimiento institucional y a los pactos sociales.
Es la única forma de crear esa “ciudadanía social” que nos ha propuesto CEPAL en otras ocasiones.
Debe existir claridad en el entramado institucional que sustenta la protección social. Tenemos que hacer un mayor esfuerzo por diseñar e implementar una arquitectura institucional para el pilar no contributivo, tomando en cuenta las mejores experiencias que han tenido otros países de la región.
Para ello, como lo ha planteado el amigo Rodrigo Martínez de CEPAL, hay que consolidar las bases jurídico-normativas de los derechos, profundizar la capacidad de gestión, disponer de recursos suficientes y estables y tener la capacidad de impulsar pactos sociales, políticos y fiscales.
Y como ha advertido la CEPAL, estas acciones son “urgentes” en el contexto socioeconómico actual.
Antes de concluir con una reflexión final, quiero agradecer a mi amiga Alicia Bárcena y a todo el equipo de la CEPAL, por confiar en nosotros y en el país para llevar a cabo este evento. Como país, aspiramos a ser entes efectivos para la discusión constructiva y el debate de ideas, entre nuestros países y con los organismos internacionales que, como ha hecho CEPAL, han sido faro de luz para el avance de nuestras ideas y propuestas.
Quiero por igual agradecer a la colega Ministra de Perú, país que el año pasado nos acogió con tanto cariño y que esperamos haber reciprocado en esta ocasión.
Queridos colegas:
Esta matriz es una herramienta que hay que tener a mano en todas nuestras intervenciones, porque nuestro gran reto es la desigualdad social.
La región, poco a poco, ha ido desarrollando mejores habilidades para el desarrollo económico. Con altas y bajas, vamos perfeccionando nuestros caminos hacia el bienestar monetario.
Pero la redistribución de esos ingresos es la tarea más importante que debemos acometer para hacer realidad la Agenda 2030.
¡La desigualdad social ya no se aguanta!
Trabajemos para ponerle fin, de una vez y por todas.
Muchas Gracias. ¡Qué Dios les bendiga!