Cosechando los logros de 15 años de protección social para las familias dominicanas
- La protección social que hoy beneficia a más de 800 mil familias en todo el país es el resultado de un camino arduo y de grandes sacrificios personales y colectivos, que no me cabe duda que han valido la pena.
- 15 años después, la protección social ha demostrado ser dinero bien invertido, que ha aportado a la cohesión social y a que los ciudadanos más vulnerables, puedan aprovechar el boyante desarrollo económico del país.
- Es fundamental que en el diseño de políticas para la erradicación de la pobreza,se disponga de una mirada integral, así como de la articulación horizontal y vertical de políticas públicas que consagren garantías permanentes de protección social y eficiencia en la inversión pública.
Amigos y amigas:
Ya han pasado 15 años.
La verdad es que se dicen fácil, pero la protección social que hoy beneficia a más de 800 mil familias en todo el país, es el resultado de un camino arduo y de grandes sacrificios personales y colectivos, que no me cabe duda que han valido la pena.
Hablarles de la protección social en la República Dominicana es la historia de dos programas que el destino estaba empeñado en que se unieran.
En 2004, un puñado de funcionarios del recién instaurado Gobierno se reunieron con algunas de las mentes más brillantes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y acordaron el primer borrador de lo que sería el programa Solidaridad, compuesto por lo que se conocería como el trípode de la protección social: el Programa Solidaridad, la Administradora de Subsidios Sociales y el Sistema Único de Beneficiarios, instituciones que formarían parte del Gabinete de Coordinación de las Políticas Sociales y, por disposición presidencial, estaría coordinado por el entonces Vicepresidente, el doctor Rafael Alburquerque.
Casi al mismo tiempo, acabando de asumir el cargo de Primera Dama de la nación, con muchos bríos y un fuerte deseo de generar cambios sociales, yo me había embarcado en lo que sería una titánica tarea de apoyo socioeducativo a las familias dominicanas, especialmente a las mujeres.
Un sinnúmero de consultas, reuniones de trabajo, diseños conceptuales, intercambio de experiencias con México, Chile y otros países más. En fin, muchas horas de trabajo hicieron del programa Progresando una realidad, el programa que se proponía apoyar el desarrollo de la familia dominicana.
Les digo que el destino quería que ambos programas se unieran, porque el éxito de Solidaridad y Progresando, cada uno en su área, era totalmente innegable. Solidaridad comenzó con unas 60 mil familias de sectores urbanos, especialmente del Domingo Savio, y para 2012 ya sumaban alrededor de 600 mil familias en el programa.
Progresando comenzó con unos pequeños núcleos rurales, sobretodo en provincias empobrecidas como El Seibo, y en 2012 ya estábamos impactando a 200 mil mujeres que habían hecho un compromiso con el progreso.
Estábamos transformando vidas.
Solidaridad era un programa de transferencias monetarias condicionadas que innovó con el uso de la tarjeta de débito a través del sistema bancario; y la integración de los colmados como una red de abastecimiento, lo que aseguraba un mayor desarrollo local.
Progresando era una estrategia socioeducativa, de acompañamiento a las familias y de capacitación, usando una amplia red de centros certificados por el INFOTEP.
Yo recuerdo, y se los cuentos como anécdota, que alrededor del 2008, cuando se acercaba la reelección, ya me había percatado del extraordinario cambio que se generaría a nivel social si ambos programas unían fuerzas.
Recuerdo que lo conversé con Leonel y con Rafelito, pero la idea no prosperó, por razones que entendí en ese momento: combatir la pobreza y la desigualdad social desde dos frentes, permitía en aquel momento tener un mayor rango de acción, mientras dábamos tiempo a que ambos programas maduraran.
Pero llegó 2012 y me correspondió asumir la candidatura vicepresidencial y, con ello, la idea volvió a tomar vida. Unir los dos programas en el Gobierno que se iniciaría en 2012, fusionar ambos programas y que naciera Progresando con Solidaridad, una ambiciosa estrategia de desarrollo de la que hoy forman parte 874 mil familias en todo el territorio nacional, a lo ancho y largo del país.
Desde entonces, 15 años después, hemos hecho realidad la premisa de privilegiar el crecimiento económico, pero traducido en políticas sociales de calidad. Progresando con Solidaridad asumió el gran reto de preparar a los ciudadanos para aprovechar el bienestar económico experimentado.
Ahora bien, mucho de lo que hemos avanzado está en juego ante los acontecimientos recientes y la incertidumbre política en la que vivimos. Derecha, izquierda, centro, populismo, socialismo del siglo XXI, fake news, proteccionismo; todos conforman un cóctel que puede llevar a la región y al mundo por un camino equivocado.
El contexto regional de América Latina y El Caribe está condicionado por tensiones en los mercados financieros globales, crisis sociales y migratorias, y el cuestionamiento a la transparencia de sus gobiernos y la eficacia de las políticas públicas, todo matizado por el tinte de los extremismos políticos que hoy toman espacio en el espectro de la sociedad del espectáculo.
Ya no están presentes las perspectivas y expectativas favorables de rentabilidad y riesgo observadas en años anteriores.
Nadie se habría imaginado hace 1 año, que América Latina estaría enfrascada en un momento de tantos hechos convulsos.
Amigos y amigas:
La República Dominicana disfruta de un momento estelar en su historia económica, que se refleja en una alta tasa de crecimiento real sostenido en los últimos 15 años, que se mantuvo en un 6,9% en 2018, y que se mantendrá en 2019 por alrededor de un 5,7%.
Pero hay que preguntarse si lo social le ha seguido el paso a lo económico, en la misma medida y con la misma fuerza.
Durante estos 15 años de política social, ¿podemos afirmar que lo económico y lo social están en la misma página? ¿Estamos evolucionando positivamente en el ámbito social?
Vamos a ver algunos indicadores que nos dicen que sí, que vamos en buen camino.
Ha mejorado la cobertura de atención a la primera infancia. Hoy hay 583 centros de atención a la primera infancia, protegiendo a los niños de alrededor de 140 mil familias.
Hemos alcanzado las metas previstas en materia de nutrición, reduciendo el hambre a la mitad anticipadamente, y en camino hacia la erradicación de esta, según los datos de FAO. La subalimentación ha declinado desde más de 30% a inicio de la década de los noventa, a menos de 13% para 2016.
Continuamos disminuyendo considerablemente la pobreza y la pobreza extrema, medida desde el punto de vista monetario. Alrededor de un 25,5% de pobreza general y menos de un 6,0% de pobreza extrema.
Progresos notables en la cobertura de salud, aunque con menor impacto en la calidad de los servicios.
Una alta cobertura del nivel primario del sistema educativo y un aumento promisorio en el nivel secundario. Ha declinado el analfabetismo y se nota el incremento del financiamiento de la educación pública. En especial, hay que resaltar el rol de la tanda extendida en la mejoría de la economía familiar, en especial de los más pobres, aunque prevalece el gran reto de en torno a los contenidos que se imparten en la tanda extendida.
Se verifican avances en la equidad de género, a la par con lo que sucede en la región. Aunque es justo señalar que la violencia de género es un flagelo preocupante para las mujeres dominicanas. 25% de las mujeres ha sufrido violencia física y 31% ha sufrido violencia emocional.
Ha aumentado la cobertura de agua y la deposición de desechos humanos, aunque será el Índice de Pobreza Multidimensional el que nos dará un dato más preciso sobre este tema. La menor disponibilidad se observa en las regiones más pobres: El Higüamo, El Valle y Enriquillo.
El 97% de los 2.9 millones de hogares del país tiene energía eléctrica, no obstante, la calidad y la continuidad del servicio son las dos preocupaciones que estamos priorizando.
El nivel de crecimiento económico del país ha contribuido a la disminución del desempleo, como ya he mencionado antes, aunque hay desafíos en la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral.
Aunque en términos de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, la República Dominicana representa menos del 0.1% de las emisiones mundiales, por debajo de la media de Latinoamérica y el Caribe, no podemos dejar de mencionar la necesidad de priorizar la protección al medio ambiente y el cuidado de los recursos naturales, como una prioridad de nuestra agenda de desarrollo.
Hay que destacar que en las últimas dos décadas ha habido avances positivos en la gestión de riesgos y en la construcción de institucionalidad para enfrentar el cambio climático y sus efectos.
Los niveles de desigualdad en la economía se han reducido, medidos desde el índice de GINI.
La proporción de población viviendo en tugurios se ha reducido sensiblemente, pero todavía un 12.1% de la población urbana vive en asentamientos informales y en viviendas inadecuadas, un número que también confirmaremos con mayor precisión con el IPM.
Casi el 90% de la población tiene acceso a la telefonía móvil, el 54% tiene acceso a Internet, aunque apenas un 27% tiene acceso propio a través de computadoras o tabletas. Mediante la República Digital, que cuenta con el apoyo del BID, estamos justamente trabajando para mejorar estos indicadores.
En resumen, tomando en cuenta las restricciones fiscales del país, y nuestra entrada a los países de renta media alta y, por ende, la salida de los fondos de ayuda para el desarrollo, la República Dominicana muestra una mejoría en casi todos los indicadores del desarrollo social, como resultado de quince años de políticas públicas de calidad, donde se inscriben las políticas del sistema de protección social dominicano, a través del Gabinete Social.
Analicemos por un momento lo que nos dicen las evaluaciones de Progresando con Solidaridad. Nos dicen que la protección social da buenos resultados, que es una excelente inversión, porque:
La gente come más y mejor, no compran a crédito y dedican el excedente de recursos actividades productivas;
Dicen que el mayor acceso a la seguridad social está influenciado por el trabajo de los Enlaces de PROSOLI, que proveen a las familias de la información necesaria para tener acceso a los servicios gubernamentales;
Los niños y niñas van más a la escuela, en particular los jóvenes entre 6 a 12 años, una edad clave para incidir positivamente en reducción de embarazo adolescente y de exposición a la violencia.
Los padres llevan más a sus hijos a los centros de salud para acciones preventivas.
Y ser parte del programa también redujo la probabilidad de embarazo, un resultado adjudicado directamente a las capacitaciones de los enlaces familiares.
Pero de igual manera:
Hemos implementado estrategias exitosas para dotar a las personas más pobres de sus documentos de identidad;
Se han cambiado 10 mil pisos de tierra por cemento;
Cientos de miles de jóvenes han experimentado un sinnúmero de capacitaciones vinculadas a la economía digital;
Los Centros de Capacitación y Producción Progresando con Solidaridad se han convertido en verdaderos entes de desarrollo local. Me encanta ver que hombres y mujeres hacen todos los cursos disponibles, por el entusiasmo que les genera el centro.
Estas son apenas unas pinceladas de los resultados, pero que nos llevan en una dirección que para mi es la correcta: la de invertir más en los programas que forman parte del ecosistema de las Transferencias Monetarias Condicionadas, porque no basta otorgar los subsidios, no sirve de nada si no tenemos a los Enlaces Familiares, las Escuelas de Familia, el árbol del progreso, los Centros Tecnológicos Comunitarios, los Centros de Capacitación y Producción Progresando, en fin, el amplio conjunto de innovaciones que hemos implementado.
En esencia, no me cabe duda de que 15 años después, la protección social ha demostrado ser dinero bien invertido, que ha aportado a la cohesión social y a que los ciudadanos más vulnerables, puedan aprovechar el boyante desarrollo económico del país.
Sin embargo, amigos y amigas, estos grandes logros no son suficientes para nosotros. Lo que nos ha dado éxito hasta ahora, no necesariamente nos dará más éxito en el futuro.
Es hora de innovar.
Y por eso estamos aquí. Organizamos este gran Foro de Innovación Social con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo porque estamos convencidos de la importancia de no mantenernos estáticos.
Porque estamos convencidos de que es más fácil tener buenos resultados cuando todo está a tu favor.
Lo difícil es salir adelante cuando todas las variables están en tu contra.
Y es por eso que estoy convencida de que la resiliencia y la creatividad son las características más importante que tenemos que desarrollar en nuestras sociedades si queremos seguir avanzando en el camino hacia el desarrollo colectivo.
Ser creativos no es más que buscar alternativas viables cuando las variables no están a mi favor. Y resiliencia es desarrollar nuestra capacidad de sobreponernos a las adversidades.
Esas dos características son la base de la innovación social y han sido clave en lo que es hoy la protección social en la República Dominicana. Y tengan la certeza de que serán elementos esenciales para que no nos pase lo que otros países están viviendo hoy.
La evolución del país, sus mejoras económicas e institucionales, pero sobretodo con el avance de la gente, la movilidad social que estamos propiciando, queda claro que hay que prepararse para una nueva generación de políticas de protección social.
Hay que fortalecer la red que hoy existe, dotándola de un nuevo material, más resistente y que responda a los retos de este siglo. Por eso, lo que yo propongo se resume en los siguientes puntos:
La nueva arquitectura de las políticas de protección social en la República Dominicana van a ser el resultado de la experiencia acumulada del Gabinete Social.
Hemos vuelto a las salas de reuniones, al igual que en el 2004, para reinventarnos en base a los resultados de un sinnúmero de evaluaciones que hemos realizado.
De ahora en adelante, los próximos 10 años de la política social del Gobierno estarán marcados por los aceleradores del desarrollo que se han identificado:
Reducción de la pobreza multidimensional;
Competitividad y empleo decente;
Consumo y producción sostenible;
Poblaciones resilientes frente al cambio climático y otros riesgos;
Institucionalidad del Estado sólida e incluyente.
Esto va en consonancia con las prioridades que ya han establecido varios organismos internacionales, para mejorar las perspectivas del país: mejorar la calidad y el acceso a servicios básicos, expandir las oportunidades productivas y fortalecer la gestión pública, las instituciones y la transparencia.
Mientras algunos proponen acciones que ya hace mucho tiempo que hemos convertido en realidad, este equipo está mirando hacia adelante. Estamos pensando en cómo innovar en las políticas sociales mediante:
La capacitación técnico-profesional con fines de inclusión al mercado laboral o de emprendurismo; especialmente con un enfoque hacia las oportunidades productivas para las personas que están en pobreza holgada o ICV 3, es decir, los vulnerables, los que pueden volver a la pobreza si se enfrentan a una debacle económica o un desastre natural;
Priorizar a los jóvenes y las mujeres entre 18 y 35 años, tomando en cuenta las tasas de desempleo y empleo precario o mal remunerado de estos dos grupos poblacionales y al impacto de las mujeres en el bienestar familiar.
Aportar desde la protección social a la resiliencia ante el cambio climático;
Combatir desde la norma social la violencia y atacar los índices de seguridad ciudadana, que deben mejorar;
Contribuir al cierre del déficit habitacional;
Reforzar la estrategia de mejora de la calidad de la salud, especialmente en lo relativo a la prevención del embarazo adolescente, el acompañamiento socioeducativo a embarazadas hasta el puerperio y, un tema esencial, la prevención del consumo de drogas y la atención a jóvenes drogodependientes.
Reconocer, reducir y redistribuir el cuidado no remunerado entre familia, Estado y mercado; y a la vez entre mujeres y hombres, como una tarea urgente que incide en la igualdad social y, especialmente, en la igualdad de género.
Continuar las mejoras en la ejecución de las áreas operativas del trípode del Gabinete y la focalización de mayores esfuerzos con las familias más necesitadas de las 14 provincias más pobres del país.
Seguir implementando estrategias para el estricto cumplimiento de las corresponsabilidades, resaltando el trabajo de los enlaces comunitarios, los reportes comunitarios como herramienta de veeduría y un ejercicio constante de mejora de los costos operacionales, acompañado de estrategias innovadoras, como el uso de herramientas tecnológicas y los puntos solidarios.
Por otro lado, seguiremos insistiendo en la cantidad y la calidad de la inversión pública en materia social, en especial en lo relativo a protección social.
Y proponemos reevaluar el impacto del Índice de Precios al Consumidor en el poder de compra de los hogares que reciben la transferencia.
Esto así, porque el valor real de la transferencia ha tendido a la baja, llegando a un 25% de disminución de su valor original, a pesar de los incrementos al valor nominal realizados de RD$550 a RD$700 en agosto 2008; y de RD$700 a $825 en junio 2013.
De igual manera, hay dos herramientas esenciales que van a confirmar el camino a seguir en la protección social: por un lado, el Estudio Socioeconómico de Hogares, con su Índice de Pobreza Multidimensional; y por el otro, la investigación que está realizando la Universidad de Berkeley, que Ustedes conocerán en detalle en el marco de este evento.
Apreciados colegas:
Hay dos demandas muy claras en la protección social: una es la caracterización de la pobreza, para identificar qué hay que trabajar para salir de la pobreza, y otra muy distinta es que hay que trabajar para no volver a la pobreza, es decir, las franjas vulnerables.
Es una discusión esencial en un país que apuesta a la movilidad social.
Aquí nuestra plena convicción es que se hace necesario un abordaje multidimensional de la pobreza con clara articulación y coordinación de las políticas sociales, con enfoque de derechos y a lo largo del ciclo de vida de las poblaciones.
Al profundizar en la aplicación de instrumentos de medición multidimensional de la pobreza nos permitirá guiar las políticas públicas, enriqueciendo el análisis para incluir dimensiones ausentes como variables ambientales, exposición a catástrofes, calidad de los servicios –que trasciende la cobertura- o el acceso a la justicia, entre otros.
La protección social debe ser continua, con diferentes programas disponibles en distintas etapas de la vida de las personas, incluyendo a mujeres embarazadas, niños, jóvenes en edad de trabajar, personas con discapacidad adultos mayores.
Estos deben incluir tanto los riesgos sociales y ambientales como la implementación de un piso mínimo de servicios extendidos a lo largo del ciclo de vida de los ciudadanos.
En ese sentido, estamos trabajando en el desarrollo de Progresando Avanzado, un programa diseñado especialmente para las familias que han superado la pobreza, pero que aún se mantienen en la franja de vulnerabilidad.
Es la respuesta a la necesidad de que las familias nunca vuelvan a retroceder en la escalera del progreso.
Para ello, estamos diseñando un nuevo modelo de recopilación, acopio y actualización de la información que utiliza el SIUBEN, para que el trabajo pueda ser más ágil y a un menor costo.
Finalmente, hemos hecho un análisis profundo de los programas de protección social y/o asistencial que existen actualmente, sus duplicidades y solapamiento y el nivel de eficiencia de estos.
El análisis evidencia que dos programas alcanzan coberturas significativas en materia de personas protegidas y de impacto de las intervenciones, que son Progresando con Solidaridad y la tanda extendida, por su impacto en el ahorro en la economía familiar, por el desayuno y el almuerzo escolar.
En el caso de Progresando con Solidaridad y las demás instituciones que conforman la Red de Protección Social, debo destacar que el enfoque hacia la calidad ha sido clave para nuestro éxito.
La certificación en ISO y en otras normativas de aseguramiento de la calidad, han dado un giro a la concepción de los programas de protección social, marcando un antes y un después en el servicio que prestan.
Progresando con Solidaridad representa un hito para la protección social en América Latina y El Caribe, por su transparencia, calidad y eficiencia, lo que le ha valido reconocimientos mundiales de la Sociedad Europea de la Calidad y el Bizz Award, en Londres y Miami, respectivamente.
Hay otras iniciativas que demuestran tener mucho potencial para generar cambios contundentes en el panorama de la pobreza, especialmente las que están relacionadas con primera infancia, empleabilidad, atención a los jóvenes y personas envejecientes.
Sin embargo, la multiplicidad de programas y la duplicidad de estos atenta en contra de la eficiencia y efectividad de las políticas que sí dan resultados.
Hay programas que ya llenaron su cometido y que pueden dar paso a mejor inversión.
Para dar la vuelta a esa realidad, hay que insistir en la focalización de la inversión social, para que la inversión social vaya hacia donde genera más impacto social
El Tercer Estudio Socioeconómico de Hogares del SIUBEN es una muestra fehaciente de la capacidad de esta institución como plataforma de focalización, no sólo para los programas del Gabinete Social, sino que también es útil a otras dependencias, programas e iniciativas sociales del Estado. En ese sentido se requiere fortalecer las capacidades y competencias técnicas del personal, y dotar de herramientas de explotación de información, geoestadística y gerencia del “big data”.
De igual manera, estamos elaborando la propuesta de ley de un Ministerio de Desarrollo Social y Familia o equivalente, como cabeza del sistema de protección social, que yo creo que debe retomarse en el corto plazo.
Todas estas son tareas innovadoras que aporta a una agenda de desarrollo social inclusivo, matizada por la sostenibilidad y la igualdad.
Quiero agradecer a todos Ustedes por darse cita aquí. A nuestros invitados internacionales, no puedo más que darles la más calurosa bienvenida a este país, que les recibe con mucha alegría. Quiero hacer una mención especial a las autoridades de Guatemala y Honduras, países del istmo centroamericano qué tanto interés muestran por nuestras experiencias. Tengan la certeza de que todo lo que aquí se ha hecho está a la disposición de Ustedes, porque el avance de nuestros amigos en la región, es el avance de todos.
Y al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, agradecerles la plena confianza que siempre han tenido con nosotros, que se ha manifestado durante todos estos años de diversas maneras. A Luis Felipe López, le brindo todo mi agradecimiento por creer en nuestras ideas y ayudarnos a hacerlas realidad.
Que no les quepa duda que América Latina y El Caribe enfrenta un contexto distinto al de hace 15 años, cuando comenzaron a proliferar los programas de protección social.
Ahora se impone un cambio impulsado por la tecnología, una transición demográfica marcada por una población que comienza a envejecer, cambios en las dinámicas migratorias, cambio climático, una mayor frecuencia de desastres naturales y una imperiosa transición hacia métodos productivos más sostenibles.
República Dominicana disfruta de una economía boyante que, sin embargo, ha generado una tímida movilidad social. Aún los que han logrado salir de la pobreza, viven en la incertidumbre de volver a ella, si no continúan recibiendo las ayudas necesarias.
Por eso, yo creo que se requieren ajustes importantes en el modelo de protección social, que se puedan implementar de manera paulatina. No nos podemos quedar estáticos.
Cabe destacar que, en línea con la perspectiva del desarrollo sostenible, los ajustes a implementar para el desarrollo social inclusivo requieren, por una parte, una sinergia entre las dimensiones económica y ambiental, lo que conlleva una creciente articulación intersectorial en el interior del Estado dominicano.
Es fundamental que, en el diseño de políticas para la erradicación de la pobreza, se disponga de una mirada integral, así como de la articulación horizontal y vertical de políticas públicas que consagren garantías permanentes de protección social y eficiencia en la inversión pública.
El punto de inflexión actual es idóneo para integrar mejoras sustanciales a la protección social y movernos a un nuevo concepto de protección, la protección socioeconómica, respondiendo a los retos que ya he descrito: reinventar e innovar, cerrar las brechas de la cobertura, diferenciar las acciones, graduar sin desproteger, fortalecer la institucionalidad, un abordaje multidimensional, profundizar los vínculos entre lo social y la inserción productiva y el uso de las tecnologías como herramienta de desarrollo e inserción de los jóvenes.
Espero que el debate durante este foro sirva para movernos en esa dirección.
¡Muchas gracias!