Nuevos modelos de negocio
Las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus son, sin llegar al extremo, gravísimas. Por primera vez en la historia de la humanidad enfrentamos un reto económico tan importante, debido a que la hiperglobalización nos ha hecho más dependientes uno de los otros, que nunca.
La Organización Mundial del Comercio ya pronostica un desplome de hasta un 32% en el comercio mundial. Los organismos internacionales han presentado cifras preocupantes de recesión económica para casi todos los países, aunque afortunadamente la República Dominicana no llegará a un escenario de contracción de la economía.
Todo indica que estamos en un punto de inflexión que traerá consigo cambios sustanciales en el modelo económico y productivo. En otras ocasiones, hemos reclamado que ese cambio tenga una vocación social, porque si algo ha demostrado la crisis del coronavirus es que no hay dinero suficiente que pueda comprar el bienestar social cuando se necesita con urgencia, al contrario, los indicadores sociales solo pueden mejorar con buenas inversiones y planes certeros en el corto, mediano y largo plazo.
Pero ante la realidad de que la actividad comercial del planeta se va a constreñir por lo menos un tercio, es lógico que el empresariado, como motor de la productividad, se avoque a repensar sus modelos de negocio. De aquí en adelante, todas las estrategias de negocios tendrán que incluir un análisis pormenorizado de la capacidad de resiliencia de las empresas. Habrá que preguntarse constantemente qué tan preparado están la empresa y su capital humano para enfrentar lo improbable, lo que no nos podemos imaginar.
También se pone a prueba la capacidad innovadora de la sociedad. Otra vez regresa a la discusión la destrucción creativa de Schumpeter, concepto que aplica a una innovación que cambia el modelo de negocio predominante de una industria, pero que ahora bien puede aplicar a la existencia de un suceso, como el coronavirus, que obliga a los sectores económicos a cambiar.
El futuro parece depararnos la obligatoriedad de mantenernos en nuestras casas por más tiempo de lo acostumbrado, en consecuencia, habrá oportunidades para quienes desarrollen soluciones que puedan disfrutarse en la comodidad del hogar. Tendremos que priorizar la calidad del internet, aumentar el ancho de banda y facilitar el acceso a más personas. Se abren puertas para los servicios de entrega a domicilio o “delivery”, que deberán adoptar nuevas medidas de salubridad para garantizar higiene y calidad.
Habrá más oportunidades para el desarrollo de comercios en línea, se abrirán puertas a los micro y pequeños empresarios, que puedan aprovechar la necesidad de los consumidores de tener asegurado el cuidado de los alimentos y la higiene de lo que compran, procesos que a gran escala puede que sea más difícil garantizar.
Pero también surgen oportunidades para la economía del cuidado, la atención personalizada a los adultos mayores, que mientras exista el COVID evitarán circular en lugares públicos, por ser los que mas riesgo tienen ante la enfermedad.
El mundo sin dudas cambió. Seremos más austeros. La exuberancia y los excesos serán vistos como una agresión social. Los lujos ya no tendrán sentido para muchos. Seremos mejores seres humanos, más solidarios y compasivos. El COVID es un llamado de atención a la humanidad, hagamos caso y reflexionemos, estamos a tiempo.