Ruth Bader Ginsburg
Para muchas mujeres alrededor del mundo, Ruth Bader Ginsburg, la Jueza de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, ha sido motivo de inspiración y orgullo. Quienes han seguido su biografía o han visto los documentales y películas que se han hecho sobre ella, han apreciado la lucha de un gran ser humano por su independencia y autodeterminación, por ocupar un lugar en la sociedad y en la historia, en base a su trabajo, esfuerzo y dedicación.
Pero para las mujeres, la historia de RBG es como verse en un espejo. Sus luchas contra los estereotipos, el gran reto de armonizar la vida familiar con la vida profesional, la persecución de sueños aún en contra de los designios de una sociedad eminentemente machista, son situaciones con las que toda mujer se siente identificada. Es difícil enfrentarse a tantos retos a la vez, pero ejemplos de vida como el de RBG demuestran que es posible y, a la vez, les abren el camino a muchas mujeres más.
Ahora que se escuchan algunas voces criticando la discriminación positiva y que ha surgido una oposición férrea a las manifestaciones feministas alrededor del mundo, tenemos que recurrir al aprendizaje de vida de mujeres como RBG, que reclamó el espacio merecido de la mujer en las mesas donde se toman las decisiones.
Fue un vivo ejemplo del cerebro femenino que busca el consenso y el acuerdo entre posiciones encontradas. Incluso, cuando Bill Clinton anunció que la nominaría como su candidata para la Suprema Corte de Justicia en el 1993, en pleno apogeo de la lucha por derechos más progresistas, resaltó las cualidades de la entonces Jueza de Apelación del circuito de Columbia, entre ellas su capacidad de lograr el consenso y convertirse en un instrumento capaz de encontrar el terreno común entre los jueces de la Suprema Corte de Justicia.
Su independencia también es otra razón para admirarla. Mantuvo una mente abierta y una capacidad de escucha sin comparación. Exhibió en distintos escenarios que su compromiso era solo con la Constitución y las leyes, que más allá de las posturas liberales o conservadoras, su objetivo era buscar la verdad y la justicia en cualquier caso que se le presentara.
En los últimos años, sobre todo después del surgimiento del movimiento Me Too, la Jueza se convirtió en un ícono para la mujer alrededor del mundo. Ahora que ha fallecido, nos queda rescatar de su legado los aprendizajes necesarios para continuar impulsando el avance de la mujer y la lucha por la igualdad de género. La perseverancia, el amor a la verdad, la lucha por la equidad de género en los hechos, la defensa apasionada de los principios y valores en los que se cree, son solo algunas de las enseñanzas de ese gran legado.
A Ruth Bader Ginsburg hay que recordarla por su extraordinaria resiliencia, la capacidad de sobreponerse a tantas situaciones personales y profesionales que buscaban disminuirla y someterla a un patrón impuesto por la sociedad. Luchó contra cada obstáculo, con la gracia y sutileza que caracterizan a la mujer, pero a la vez, con la fortaleza y determinación de una guerrera. Seguirá inspirando a muchas generaciones.