Nuestras mujeres en las carreras del futuro
En estos días, en los que como humanidad enfrentamos una crisis inesperada, que toca sensibilidades en desafíos que forman parte crucial de nuestro proceso de desarrollo, trabajar para el futuro se convierte en una tarea difícil, pero impostergable.
El futuro de las dominicanas y los dominicanos dependerá en gran medida de las acciones a corto y largo plazo que tomemos en este preciso momento, en materia de salud, economía y, especialmente, educación. En ese sentido, llama la atención que aquellas carreras que solíamos llamarlos “del futuro”, se han convertido en una necesidad del presente. Me refiero, por supuesto, a las profesiones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés).
En la lucha contra el coronavirus, estas carreras han tenido una relevancia sin precedentes. La llamada “telemedicina”, para dar tratamiento a distancia, es una realidad; la Big Data es el principal recurso de información usada por los científicos para rastrear la evolución del virus; la inteligencia artificial es protagónica en las investigaciones en busca de la vacuna, y las impresiones 3D, están siendo utilizadas para crear herramientas a gran escala, incluso para imprimir piezas de ventiladores. Claramente, esa realidad marca una hoja de ruta hacia donde debemos dirigir nuestros esfuerzos.
Mucho tiempo antes de llegar la pandemia, el fomento de las carreras STEM era parte de nuestra agenda frente al Gabinete de Políticas Sociales. Creamos iniciativas educativas de la mano de las carreras del futuro en los Centros Tecnológicos Comunitarios, a través de la “Metodología Maker”. Con este recurso de aprendizaje, cientos de jóvenes de zonas vulnerables tuvieron la oportunidad de crear soluciones para los desafíos sociales de su comunidad, mediante el uso de la programación y las impresiones 3D.
Pero, además, sabíamos que la única manera de dar un paso adelantado a la realidad de la brecha de género, era precisamente involucrando a nuestras mujeres en esas carreras del futuro, ahí nacieron proyectos como “Mujeres en TIC”, donde procuramos que dominicanas en situación de vulnerabilidad, tuvieran oportunidades de aprendizaje que les permitiera abrirse caminos en el mundo laboral. En fin, fueron múltiples los esfuerzos que hicimos, incluso creando acuerdos con compañías como Microsoft, para sentar las bases del futuro laboral.
Esta reflexión viene motivada por los datos compartidos por ONU Mujeres, a través de su reciente estudio “Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe”. En esta investigación, se confirma la realidad que anticipamos: en América Latina y el Caribe las mujeres, en el ámbito laboral, representan apenas el 35% de quienes estudian carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Visto esto, es claro que, si no le hacemos frente a esta disparidad, la brecha de género se extenderá por mucho más tiempo, algo que no nos conviene, pues como país, el aumento de la fuerza laboral con la participación de las mujeres, se traduciría en más desarrollo, más oportunidades de crecimiento y, por supuesto, más inclusión. Se trata de un desafío sistémico, que no se solucionará sin la voluntad y la ejecución de acciones contundentes con carácter multisectorial.
Los esfuerzos que hicimos en el camino hacia la transformación digital y el cierre de la brecha de género, deben mantenerse y multiplicarse. Es una deuda que tenemos con las mujeres dominicanas, trabajadoras incansables, jefas de sus hogares, multiplicadoras de bienestar. Se trata también de un compromiso país, porque el progreso es solo visible con inclusión y desarrollo de las carreras del futuro. El momento es ahora.