La mujer en perspectiva
Una mirada retrospectiva de largo alcance nos permite afirmar que, sin duda alguna, la mujer ha avanzado considerablemente en el lugar que ocupa en la economía, en la política y en la sociedad en su conjunto. No es que la sociedad haya cedido ante las necesarias reformas que promueven la igualdad entre los géneros, más bien, ha sido la lucha constante de muchos colectivos en distintas partes del mundo que, paso a paso, han ido generando avances para la mujer en todos los continentes.
Ha sido una verdadera revolución, casi silente, pero contundente. Hace apenas unas décadas, la participación de la mujer en la política o en los círculos empresariales, era una utopía. Pocas mujeres se atrevían, muchas veces en contra de sus familiares, amigos y de la sociedad misma. Hoy en día, somos mayoría en las escuelas, en las universidades y en los centros de trabajo. Vamos cerrando poco a poco la brecha salarial y se observa una composición más equilibrada de los consejos empresariales y una participación decisiva de las mujeres en la toma de decisiones en las empresas.
En la política, hay un mayor rezago. Hemos involucionado en la presencia de mujeres en los puestos de toma de decisión en el Gabinete. La obtención de escaños y puestos de elección popular aún es tímida y avanza lentamente en cada proceso electoral. En los Partidos políticos, la presencia de la mujer en los órganos de dirección sigue siendo limitada, aunque no podemos dejar de resaltar que el Partido con mayor presencia femenina en sus órganos es el Partido de la Liberación Dominicana, al cual pertenecemos, pero esperamos que continúe aumentando en el futuro inmediato.
En suma, las mujeres estamos mejor que antes, pero nos falta mucho camino por recorrer. Sobre nosotras pesan algunas situaciones que deben abordarse desde las políticas públicas: el embarazo adolescente, la pobreza, mejorar la salud sexual y reproductiva, la violencia de género, el acoso y la presión que genera la economía de cuidados.
Sobre esto último, es importante resaltar el peso que tiene la economía de cuidados sobre el tiempo que las mujeres tienen disponible para trabajar, capacitarse o, simplemente, mantener una calidad de vida adecuada. La existencia de políticas públicas que faciliten a la mujer herramientas para el cuidado de sus hijos en la primera infancia, la jornada escolar extendida, la disponibilidad de mano de obra asequible para el cuidado del hogar o la atención a los adultos mayores, son vitales para que la mujer pueda dedicar más tiempo a su calidad de vida y la de sus hijos.
Hoy por hoy, la economía de cuidados es uno de los temas más importantes que debemos trabajar cuando se habla del desarrollo de la mujer. La sociedad asume que es una función de la mujer, cuando en realidad es una responsabilidad compartida, por la familia y por el Estado.
El cuidado es una función social que, como tal, debe asumirse desde las políticas públicas como una prioridad que beneficiará, sobre todo, a la mujer, porque le permitirá disponer del tiempo necesario para su formación y desarrollo en el ámbito empresarial y político, lo que a su vez redundará en mejores políticas públicas y privadas para el avance de la mujer en la sociedad.