Tomar la palabra a Biden
La Cumbre de las Américas realizada en Los Ángeles la semana pasada reconoció el alto flujo migratorio que está experimentando el continente americano debido, en su mayor parte, a las dificultades que enfrentan muchas personas en sus países por la compleja situación económica y social.
En América Latina, la pandemia del COVID, la guerra de Rusia y Ucrania y la falta de políticas públicas de calidad, generarán un aumento de la pobreza de un 29,8% en el 2018 a un 33,7% en el 2022, según datos de la CEPAL, lo que significa que casi 100 millones de personas en la región estarán en situación de inseguridad alimentaria. La distribución del daño económico que estas situaciones han generado es desigual. Algunos países reciben un impacto intenso, mientras otros reciben un impacto prácticamente nulo.
Sin embargo, lo que no deja de existir es la incertidumbre que genera una recuperación que será lenta y compleja, que no tocará cada país y cada hogar en la misma magnitud, sino que profundizará las grandes brechas entre los países del continente y, a la vez, dentro de cada país por igual.
En ese contexto, los flujos migratorios se exacerban. Consciente de esa realidad, la Cumbre de las Américas propuso una declaración que buscaba generar un abordaje distinto hacia el asunto migratorio, reconociendo que primero se necesita un compromiso regional para que existan mecanismos migratorios “seguros y ordenados”, según las palabras del Presidente Biden, pero garantizando que “toda migración ilegal es inaceptable”.
La convivencia de esos dos conceptos es la clave para solucionar la cuestión migratoria en todo el continente. Que existan los mecanismos legales, acordes al respeto de los derechos humanos, que repelan todo tipo de migración ilegal, a la vez que se establecen los mecanismos necesarios para que los flujos migratorios legales aporten al desarrollo económico y social de nuestros pueblos.
La Declaración de Los Ángeles y el discurso asumido por el Presidente Biden, constituyen un punto de partida, que si bien no es perfecto, lo cierto es que debemos continuar participando de un debate productivo sobre el tema, porque somos uno de los países más impactado por la migración ilegal.
Uno de los temas más importante de la Cumbre para la República Dominicana era el asunto migratorio. Por ende, no hay razón para que la República Dominicana no participe de una iniciativa que busca frenar la migración irregular en el continente americano. No se justifica que no fuéramos preparados para que la Declaración de Los Ángeles reflejara nuestra postura como país, por lo que se ha desaprovechado una oportunidad de oro para avanzar en la solución al tema.
La política migratoria no puede ser reaccionaria ni improvisada. Debe sustentarse en el análisis, en la diplomacia, en criterios de seguridad nacional y certeza económica, que traigan tranquilidad a la Nación. El país tiene que tomarle la palabra al Presidente Biden y asegurar una migración ordenada, segura y, sobre todo, legal.