30 años de Desarrollo Humano

22 diciembre 2020

administrador

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En 1990 el mundo conoció el concepto de Desarrollo Humano gracias a la visión de futuro de un grupo de expertos y funcionarios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, bajo el liderazgo de Mahbub ul Haq y aplicando el enfoque de capacidades de Amartya Sen.

Aquel año y este 2020 tan convulso que vivimos tienen varias cosas en común. El inicio de la última década del siglo pasado fue una época de gran agitación: la caída del muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría, los albores de la globalización, la interdependencia económica y cambios sustanciales en muchas esferas de la sociedad. Esos cambios motivaron a la humanidad a redescubrir “la verdad elemental de que el centro de todo desarrollo debe ser el ser humano”, como escribiría William Draper III, entonces Administrador del PNUD.

En ese primer Informe de Desarrollo Humano se advertían las grandes brechas existentes entre el Norte y el Sur, las disparidades dentro de los países en desarrollo entre zonas urbanas y rurales, la necesidad de lograr niveles aceptables de desarrollo humano que no dependieran del nivel de ingresos de una Nación. También, la comprensión de que el crecimiento económico no siempre está acompañado de progreso humano y que los subsidios sociales eran absolutamente necesarios para la igualdad social.

De ese primer trabajo proviene la ampliación del concepto de “desarrollo” y el ejercicio más objetivo para explicar que la mano invisible del mercado no era capaz de traducir el progreso económico en bienestar para las personas. Desde entonces, el PNUD ha impulsado el diálogo más amplio y profundo sobre los temas claves que inciden en el desarrollo humano, considerando “la necesidad de pensar el desarrollo de una manera más compleja y la necesidad de medirlo teniendo en cuenta todas las dimensiones”, como escribe Luis Felipe López-Calva.

En estos 30 años, el Informe de Desarrollo Humano ha sido obra de cabecera, título obligatorio de consulta para la elaboración de políticas públicas enfocadas al desarrollo y la mejora de la calidad de vida de las personas. Hoy en día existe el consenso de que la movilidad social no es posible solo otorgándole a las personas acceso a un ingreso, se requiere saldar “la deuda social”, que no es más que el cierre de las brechas que aún persisten entre distintos grupos de la sociedad.

En un contexto de pandemia global, volvemos a encontrarnos en un punto de inflexión, de incertidumbre y crisis económica y social. Enfrentamos una amenaza palpable, que profundizará las diferencias entre los que tienen y los que no, entre los grupos vulnerables y los que disponen de una red de protección. Desde el enfoque de desarrollo humano, tenemos que pensar como sociedad la forma como podremos generar progreso económico, pero ampliando las oportunidades, formando capacidades humanas, mejorando la salud y el bienestar general de la población.

La pandemia del COVID-19 es un reto, pero a la vez una oportunidad, para repensar la hoja de ruta para la construcción de un mejor país, comprender mejor las privaciones de los dominicanos y dominicanas, de manera que podamos hacer las inversiones necesarias para fortalecer los cimientos de nuestros modelos productivos y estrategias sociales. Han pasado 30 años, pero el desarrollo humano sigue siendo el enfoque correcto para que seamos mejores como país.

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