La deserción escolar, otra batalla al COVID-19
Mucho hemos debatido sobre el impacto que tiene la deserción escolar en el crecimiento de la pobreza y la exclusión social en nuestros países. Siempre hemos procurado que la sociedad dominicana esté consciente de que la pobreza es una realidad multidimensional, y una de estas dimensiones es naturalmente la educación. Si los niños y jóvenes no se educan, se reducen las oportunidades de trabajo y, por consiguiente, aumenta el riesgo de pobreza.
En el caso de la República Dominicana, hemos avanzado en la reducción de la deserción escolar, desde la vicepresidencia, creamos un modelo de política social basado en corresponsabilidades con la ciudadanía, asegurando que los jefes de cada hogar dominicano, perteneciente a la red de seguridad social, aseguren la asistencia de sus hijos a los centros educativos.
Esta y otras labores han permitido que cada vez más niños y adolescentes tengan la oportunidad de construir un mejor futuro a través de la formación. Sin embargo, todavía tenemos desafíos pendientes en lo que respecta a la adaptación de nuestro modelo educativo a los nuevos tiempos, tanto en materia académica y de estilo de formación, como en aspectos de transformación digital, algo que quedó más evidente en el escenario COVID-19. Sobre este último, el proyecto República Digital era inminente, el país no podía esperar más para iniciar un proceso de digitalización de la educación. Claramente, este proyecto ha permitido sentar las bases para poder aspirar al establecimiento de clases virtuales, una solución idónea frente a el distanciamiento físico que nos demanda la prevención de contagio ante la actual pandemia.
¿Puede República Dominicana sostener un año escolar semi – presencial?
En este sentido, existe el debate en la opinión pública sobre si las clases no presenciales o semipresenciales son posibles. Esto porque, por un lado, el riesgo de contagio de los niños en las escuelas y posteriormente a sus familiares, es altísimo y, por otro lado, el país podría no estar preparado para clases enteramente virtuales a todos los niveles, debido a una brecha digital que sigue siendo una tarea pendiente.
Esta reflexión, motivada por el debate, nos lleva a una conclusión clara: la sinergia en este contexto es de carácter imperativo. Esta debe incluir a toda la comunidad educativa, a las empresas, el sector público y la ciudadanía general en un mismo propósito: no perder el año escolar y reducir la tasa de deserción escolar motivada por la pandemia.
Los datos, como pilar de las decisiones
El estudio “Simulación del Efecto de la Pandemia en la Pobreza Multidimensional en República Dominicana”, que hemos presentado junto a la Universidad de Oxford, nos permite tener datos interesantes en el aspecto educativo. De acuerdo al estudio, habrá un aumento de la inasistencia escolar de 13.2% en el escenario leve y 15.9% en el caso moderado. Sabiendo de antemano estas cifras antes del inicio del nuevo año escolar, es preciso que se contemplen planes para reducir este porcentaje al mínimo y medidas para atender a esa población estudiantil flotante.
En este sentido, debemos tomar en cuenta que, debido a la crisis económica, quizás muchos padres tendrán que cambiar a sus hijos de centros privados a centros públicos, y el Estado debe tener contemplada esta situación, tanto a nivel pedagógico, como a nivel técnico y económico. Este pronóstico debería afianzar voluntades de cara a la sinergia público privada que nos demanda el escenario actual.
Ya existen propuestas de los centros educativos privados para que, junto al Estado, se puedan comparar casos de éxito y formular un esquema de sinergia multisectorial que facilite el acceso a la educación en todos los niveles de la sociedad dominicana. Es pertinente precisar que esta estrategia mancomunada debe contemplar no solo los recursos técnicos y económicos, sino también el abordaje psicopedagogo que esta transformación debe tener de cara a cada actor de la comunidad educativa: padres, madres, estudiantes, docentes y autoridades.
Una vez más, la pandemia nos reitera el mensaje de unidad en la distancia, que viene dejándonos desde el inicio de esta travesía. Ya la conocemos, debemos aprender a convivir con ella y a juntos vencerle en la batalla.