La formación política de las mujeres debe nacer en los partidos
Este año 2020, a pesar de todos los desafíos, ha sido un año importante para las mujeres en la política nacional. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un total 8463 mujeres se postularon como candidatas a los cargos municipales y congresuales de este ciclo electoral. Aunque es un claro avance en nuestra lucha por la paridad de género, el Observatorio Político Dominicano publicó que el nuevo Congreso Nacional, vigente desde el próximo 16 de agosto, tendrá una disminución de 7.1 % en la cantidad de mujeres. Esto nos muestra que queda camino por recorrer.
El liderazgo político toma sentido cuando nuestras palabras y acciones van conectadas con las necesidades biológicas, psicológicas y sociales de quienes pretendemos representar. Esta reflexión parece evidente, pero con el pasar del tiempo hay quienes olvidan y terminan perdiendo perspectiva de la realidad.
Por esto, en la sociedad de hoy, no existe verdadero liderazgo político si no se asume un compromiso claro y sincero con la equidad de género, pues este no es solo un derecho, es también una prioridad para la ciudadanía actual y definitivamente lo seguirá siendo para las futuras generaciones. Desconocer o subestimar esta demanda, es apostar al fracaso como líder.
Cuando una mujer llega a una posición de poder, es un claro mensaje en contra de la brecha de género, y al mismo tiempo contribuye a una transformación cultural. Pero, ¿cómo podemos lograr dicha transformación? La respuesta está en la manera en cómo se han alcanzado otras transformaciones sistémicas: el ejemplo y la educación.
Una educación desde políticas de Estado, pero también el ejemplo desde políticas partidarias. Es momento de que el liderazgo político dominicano se una bajo un mismo objetivo: la elevación de la mujer en sus propias organizaciones. Los partidos políticos de la República Dominicana están llamados a crear estructuras bien definidas y eficientes que incentiven y, sobre todo, garanticen el liderazgo político de la mujer dominicana.
En ese sentido, dichas políticas internas deben estar fundamentadas en una voluntad de transformar la cultura institucional de cada partido, no solo asegurando plazas electivas para las mujeres, sino también generando un ambiente de aceptación, entendimiento y participación democrática con la equidad como bandera.
Solo cuando el ejercicio político asuma y pondere con voluntad férrea el empoderamiento de la mujer y la equidad, podremos tener mujeres en posiciones de poder que contribuyan a cerrar la brecha y, sobre todo, a transformar una cultura de machismo a una cultura verdaderamente democrática.
Vamos bien, hemos alcanzado grandes logros en la lucha por la equidad. En ese sentido, saludo sinceramente que nuevas mujeres estén hoy en posiciones de poder, a la altura de sus capacidades. Sin embargo, todavía falta camino por recorrer. Por ejemplo, según información estadística del mapa sobre mujeres en política de ONU MUJERES, solo uno cada cinco ministerios está a cargo de una mujer. Esta es una realidad lamentable, es la realidad que queremos cambiar.
Definitivamente, la transformación política, social y cultural hacia una República Dominicana con equidad de género ha de ser uno de los grandes legados que dejemos a las nuevas generaciones.