Un nuevo relato sobre el capitalismo
En el firmamento de las discusiones sobre el capitalismo y los sistemas económicos, ha surgido una mujer -finalmente- que hace uso del maravilloso cerebro femenino para transformar el relato sobre la distribución de la riqueza.
Mariana Mazzucato, italiana, se ha enfocado más en la creación de las riquezas, en lugar de la redistribución, y quienes estamos en la función pública debemos prestarle mucha atención.
El fundamento principal de los postulados de Mazzucato es el cuestionamiento sobre lo qué la sociedad debe considerar como valor económico. De ahí su más reciente libro, “El Valor de Todo”, en el que presenta postulados en contra del modelo que por tantos años hemos implementado, donde existe un sector privado ágil, enfocado en la innovación y la eficiencia; mientras que por otro lado tenemos un Estado poco eficiente, que languidece en el escenario económico.
En un reciente artículo que escribió sobre el rol de los gobiernos durante la crisis del COVID-19, demostró que los países que mejor han enfrentado la crisis del coronavirus han sido aquellos cuyos Gobiernos han invertido en la mejora institucional, y en disponer de servicios esenciales de calidad. Aquellos países que han desarrollado una agenda de privatizaciones y tercerización de servicios demostraron tener una menor capacidad de respuesta ante la crisis, con consecuencias funestas para miles de vidas.
El problema no es la tercerización, sino más bien el hecho de que los Gobiernos entreguen la atención de servicios críticos y esenciales a entes privados, cuando lo ideal es que el Estado disponga de capacidad de respuesta, con eficiencia, calidad y oportunidad. Un Gobierno anquilosado que dependa únicamente de actores externos para dar respuesta a los ciudadanos, no es el mejor para asegurar respuesta efectiva en momentos de crisis.
Y aquí también quiero resaltar un ejemplo interesante que nos toca muy de cerca gracias a nuestro empeño por cerrar la brecha digital y social que generan las tecnologías de la información y comunicación. Me refiero a la respuesta de los Gobiernos a la emergencia aprovechando medios digitales. Mazzucato presenta el ejemplo de Pakistán, donde 12 millones de ciudadanos aplicaron a los subsidios estatales con tan solo utilizar su teléfono móvil, mientras que en Italia fue necesario llenar formularios en papel. Al igual que Pakistán, en la República Dominicana, el programa Quédate en Casa llegó a 1.5 millones de beneficiarios, sin necesidad de que estas personas salieran de sus hogares o llenaran algún formulario para aplicar. Fuimos innovadores, eficientes y vigilantes frente a las necesidades del pueblo.
Los ejemplos que han surgido durante la crisis aportan al relato de la economista italiana sobre la necesidad de cambiar el enfoque del capitalismo en el que vivimos. En el pasado he escrito sobre el capitalismo cívico, pero con las ideas de Mazzucato es posible aterrizar más aún las ideas en torno a un desarrollo económico responsable y enfocado hacia el bienestar.
¿En qué estamos invirtiendo? Esa es la pregunta que debe guiar el futuro inmediato de los seres humanos para determinar si las riquezas que creamos están generando mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos. Como dice Mazzucato, en el mundo actual, los Gobiernos están llamados a crear y dar forma a nuevos mercados, tomando los riesgos que los actores privados muchas veces no pueden tomar.
Desde el Estado, comencemos invirtiendo en las carencias que tenemos, cerrando las brechas que nos impiden disponer de las capacidades y tecnología que están disponibles para el sector privado. Luego, tomemos la iniciativa para reactivar todos los sectores de la economía, como actores principales, con inversiones de calidad y en alianza con el sector privado. ¡Manos a la obra!