Construyendo una masculinidad nueva, positiva y solidaria

Amigos y amigas:

La violencia contra la mujer tiene raíces profundas en la sociedad.

En esta época de los derechos, de las TIC, de la democratización del conocimiento y la información, de la sociedad postmoderna, compleja y cambiante en que vivimos; en este siglo XXI de tandas bondades, aún conviven dos culturas de la equidad que se enfrentan cada día.

La primera es una cultura de género de carácter antropocéntrico que favorece la discriminación contra la mujer y la violencia contra ella, por su condición femenina.

Y existe también la cultura de la igualdad que está basada en los derechos, en el respeto a la dignidad entre hombres y mujeres.

La tensión entre ambas tiene consecuencias. Todas las semanas vemos las muertes de mujeres en manos de sus parejas. Ya llevamos más de setenta feminicidios en lo que va de 2019.

Claro está, hay que mejorar la respuesta judicial, pero tenemos que emprender muchas acciones para impedir esas muertes absurdas, repudiables y abominables; para que en la privacidad del hogar, las mujeres no tengan que sufrir el maltrato físico, económico y emocional de sus parejas.

Hoy estoy más convencida que nunca que la erradicación total de la violencia a la mujer se logrará con el afianzamiento de esa cultura de la igualdad que hace décadas estamos construyendo y que ha avanzado gracias a las conquistas del movimiento feminista y al compromiso de los Estados y de la cooperación internacional con la igualdad de género.

Pero como lo viejo se resiste a lo nuevo, tenemos que seguir fomentando actitudes, comportamientos y prácticas favorables al respeto, a la equidad y a la justicia, que el mundo les debe a las mujeres.

La violencia es un problema nacional que debemos abordar entre todos y todas. Esa es la razón por la que les hemos convocado aquí, a hacer un compromiso nacional como hombres de paz y de masculinidad positiva que vemos representados en ustedes, como comunicadores, empresarios, miembros de la iglesia y de distintas comunidades, que con su accionar nos dan esperanza de que son más los hombres que respetan a la mujer.

Asumimos junto a ustedes la responsabilidad de una nueva cultura de la igualdad, de la ética y valores. Vamos a deslegitimar la masculinidad hegemónica y, por el contrario, vamos a promover masculinidades solidarias y diversas en la población dominicana para el manejo armónico de las relaciones sociales, el ejercicio de la paternidad y corresponsabilidad en las tareas de cuidado.

Tenemos que cambiar el enfoque.

La violencia no parará si seguimos enseñando que los hombres son de la calle y las mujeres de la casa.

Si seguimos pensando que el macho es el que provee, el que participa en política y tiene que demostrar su hombría en actitudes de dominio y sometimiento a la mujer.

No habrá igualdad si seguimos enseñando a nuestros niños, que los hombres no lloran y que eso es cosa de mujeres.

Para lograr una sociedad inclusiva basada en la igualdad y no en el desprecio de las mujeres, tenemos que fomentar masculinidades nuevas, positivas y solidarias.

Y para eso, tenemos que promover ejemplos positivos como los que se dan cita hoy aquí.

En el país, muchas mujeres mueren a manos de su pareja porque piensan que la mujer es su propiedad y que no tiene derecho a decidir terminar una relación abusiva que limita su desarrollo como persona y muchas veces hasta pone en peligro su integridad y su supervivencia.

Hagamos el compromiso de enfrentar la raíz del problema desde la familia, la escuela, la iglesia, los ámbitos educativos y todos los ámbitos de transmisión cultural, incluidos los medios de comunicación social.

Hagamos el compromiso de trabajar con las mujeres, darles las herramientas para que eleven su autoestima y que puedan educar sin violencia a sus hijos e hijas menores, y a los adolescentes.

Vamos a trabajar con los hombres en un nuevo enfoque de la masculinidad que los ayude a entender su rol de compañero de vida de su pareja, a asumir sus responsabilidades por tareas de cuidado y en la educación de los hijos y respetar a su compañera.

Ghandi nos hacía un llamado a ser nosotros el cambio que esperamos en el mundo. Todos y todas tenemos que ser ese cambio que queremos en nuestras familias y en el país. De nosotros depende hacer realidad el sueño de una sociedad basada en la paz, la armonía y la justicia social.

¡Muchísimas gracias!

¡Qué Dios les bendiga!

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