El temido regreso a clases

Diseñar y ejecutar un plan para el retorno de los alumnos a las aulas es un reto sustancial para la nueva administración. Poner en una balanza educación, salud, la opinión de padres, madres, profesores y la sociedad en general; es una tarea que requerirá mucha inteligencia social y emocional, en un momento en el cual, como es lógico, hay tensiones propias de los procesos de cambio que dificultan la toma de decisiones.

La experiencia de otros países nos hace pensar que toda estrategia debe ser puesta a prueba en el terreno y evaluarse desde la aplicación del método científico. Lo ideal sería poner en ejecución distintos abordajes y evaluarlos con el auxilio de los mejores profesionales de las ciencias sociales y de la salud, para luego masificar el método que sea más eficiente. Una matricula a nivel nacional de más de 2.7 millones de estudiantes y 98 mil profesores, requieren de un análisis profundo del impacto del COVID-19 en las aulas dominicanas.

Las escuelas deben abrir lo más pronto posible, de eso no hay duda. La UNESCO ha advertido sobre el alto costo social que supone mantener las escuelas cerradas: interrupción del aprendizaje, desnutrición infantil, impacto psicológico en los maestros y estudiantes, brechas más amplias entre las clases sociales, aumento de las tasas de abandono y deserción, entre otros más.

Aunque hay que reconocer el gran esfuerzo que han realizado padres, madres y tutores, al igual que muchos profesores, para promover un espacio de aprendizaje desde el hogar, aprovechando las herramientas de la virtualidad, la sociedad es consciente de la importancia del contacto físico para el aprendizaje y el desarrollo de las inteligencias múltiples.

En el corto plazo, debido a la emergencia que supone la crisis del COVID-19, sacrificar parte del aprendizaje en pos de la salud era lo correcto, pero en el mediano y largo plazo, se impone la necesidad de adoptar medidas que “normalicen” poco a poco el proceso de aprendizaje. Hoy más que nunca la necesidad e importancia  de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el aula y en la vida diaria, han quedado más que evidenciadas.  

Pero, además, los profesores requieren una atención y entrenamiento especiales, para actuar con eficiencia ante cualquier circunstancia que dificulte el buen desarrollo de las actividades en el aula, de utilizarse la modalidad dual.  Sobre todo, hay que entrenar a los profesores sobre como mantener la inteligencia emocional, el distanciamiento social, asegurar la higiene del aula y detectar posibles casos, para evitar focos de propagación.

La situación tan particular que vive la humanidad requiere un abordaje distinto de la planificación educativa, un esfuerzo sobrehumano para mantener los resultados y la calidad en un contexto adverso para el aprendizaje y el compromiso aún mayor de quienes reconocen la educación como una vocación.

“Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original”, decía Sir Ken Robinson, referente de la transformación del sistema educativo, fallecido hace unos días luego de luchar contra el cáncer.

La sociedad dominicana debe abordar el reto de la transformación de la educación y su adaptación a los tiempos del COVID-19 con valentía, empatía y determinación, consciente de que tenemos un gran desafío, pero a la vez una gran oportunidad de dar el salto que nos exigen los tiempos para de manera vertiginosa insertar nuestros jóvenes en la 5ta revolucionaria industrial, y así reducir por siempre las brechas que separan los ricos de los pobres.

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