Kamala Harris

No importa el país donde suceda, quienes abogamos por una mayor participación femenina en la política, aplaudimos como si fuera un logro nuestro, el que una mujer haya alcanzado un puesto de relevancia política. Es el caso del triunfo de Kamala Harris en Estados Unidos, quién será la primera Vicepresidenta de un país que, a pesar de su progresismo y vocación democrática, no había logrado lo que ya muchos países de América Latina han alcanzado.

Razones habrá muchas para ese tardío ingreso de la potencia más importante al club de países con mujeres Vicepresidentas, pero lo importante es que constituye un hito fundamental en la lucha por la equidad de género. A partir de Enero, el mundo tendrá una voz femenina amplificada como nunca, que servirá de ejemplo transformador para mujeres y niñas alrededor del mundo.

Kamala Harris tiene claro que no basta con combatir las consecuencias de la desigualdad de género, hay que enfrentar sus causas. Su misma elección es un mensaje claro y contundente a las presentes generaciones, de que la participación de la mujer en la política es una realidad insoslayable y que los recientes movimientos sociales a favor de los derechos de la mujer, como el caso del #MeToo, sembraron en los estadounidenses una semilla de compromiso con el avance y el desarrollo femenino.

Ojalá que Kamala Harris sea encargada de la coordinación de las relaciones norteamericanas con América Latina, como pasó antes con Joe Biden mientras fue Vicepresidente de la administración de Barack Obama. Resultaría productivo para la región que la mujer más poderosa del mundo ponga sus ojos en los problemas estructurales de América Latina, que en su mayoría afectan más a las mujeres que a los hombres.

La pandemia del COVID-19 ha exacerbado situaciones tan preocupantes como la violencia de género, el abuso sexual, el embarazo en las adolescentes y el matrimonio infantil; problemas que no podemos dejar a un lado y que debemos resolver lo más rápido posible, porque de lo contrario condenarían a toda una generación de niñas y mujeres a la pobreza y la exclusión.

Los estudios más recientes de organismos como la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierten sobre el crecimiento de la pobreza y la pobreza extrema en toda la región, que afectará en mayor medida a la mujer, porque el contexto actual la obliga a abandonar sus fuentes de ingreso y dedicarse a la economía de cuidados. Uno de los aspectos en los cuales Estados Unidos puede prestar apoyo a América Latina, es mediante la implementación de programas enfocados en el desarrollo femenino, porque benefician a familias y comunidades completas.

Como ha dicho Kamala Harris en algunas intervenciones, la pobreza “genera traumas” para toda la vida, especialmente en los más pequeños de la casa. No podemos ignorar el impacto que la pandemia está teniendo en los hogares más pobres de la región y la cooperación internacional tiene que enfocarse en estos problemas, tanto o más como sucede con los temas económicos y de comercio, por el impacto redundante en los mismos. 

El año que nos ha tocado vivir ha demostrado la importancia de invertir en la protección social, poniendo como foco a la mujer y su interseccionalidad. La elección de Kamala Harris es una oportunidad para que la mujer ocupe el centro de las discusiones y debates a nivel internacional. ¡Enhorabuena Kamala!

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