La educación también ayuda a luchar contra los problemas nutricionales

A finales del año pasado, el estudio “El costo de la doble carga de la malnutrición” en la República Dominicana evidenció el impacto que tuvieron la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad en el país en el 2017. En dicho año, de acuerdo con el informe, gastamos US$1,961 millones por dichos motivos. La doble carga de la malnutrición representó el 2.6% del Producto Interno Bruto (PIB) en costos adicionales en educación y salud. También, en pérdida de productividad.

El trabajo fue elaborado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), y, al dividir el costo por ámbitos de impacto, especificaba que, la mayoría se había reflejado en la salud. Concretamente, US$1,464 millones. El apartado de la productividad fue el segundo impactado, representando US$490 millones. Los restantes 6.4 millones se le cargaron a la educación.

En una nación donde estos males coexisten y los recursos son limitados, abordar su mitigación se convierte en un desafío en el que la educación juega una labor fundamental. Tenemos que lograr que las personas, de toda edad y condición social, entiendan lo importante que es saber alimentarse correctamente, en lugar de solo llevarse algo a la boca; ya que, el que se alimenta se nutre, cuida su salud y la de aquellos que tiene en su entorno. Además valora lo que pone o lo que le ponen en su mesa cada día. Todo ello es clave para mejorar la calidad de vida.

Otro aspecto en el que influye la educación es el de conocer y apreciar las propiedades de los alimentos, y darles el debido valor. Es lo que alrededor de 328,000 jefes y jefas de hogar y sus familias han podido aprender gracias al programa de cultivo en huertos familiares ejecutado en colaboración con el Ministerio de Agricultura.

Y casi 400,000 embarazadas, niños, niñas y adultos mayores en riesgo de desnutrición han asimilado lo trascendentales que son los nutrientes al hacerlos parte de su alimentación gracias a haber recibido los beneficios de Chispitas Solidarias o del suplemento alimenticio Progresina, todo ello coordinado con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y las Unidades de Atención Primaria (UNAP) del Ministerio de Salud Pública.

En todas esas acciones, siempre ha estado presente el ingrediente del aprendizaje porque, no solo era importante que los participantes de esos y otros programas de PROSOLI recibieran sus beneficios. También era, y es, crucial que adquirieran conocimientos sobre el valor de lo que estaban recibiendo y de lo que ellos mismos estaban generando. Y aún tenemos retos que abordar porque hay que seguir insistiendo, con las personas que viven en condición más desfavorable, pero también con la sociedad en general, en la importancia que tiene crear hábitos alimenticios saludables que permitan a las personas nutrirse y estar sanas.

Debemos insistir en que aprendan sobre la importancia que tiene alimentarse adecuadamente. Tienen que hacerse con la información debida sobre los tipos de alimentos y para qué sirve cada uno. Cómo se combinan para tener un efecto positivo en sus vidas y qué deben evitar para no recibir un impacto negativo. Hay que seguir insistiendo en hacerles llegar mensajes que les aclaren qué es y cómo se puede seguir una dieta balanceada y cómo se deben gestionar los recursos que cada quien tiene para acceder a los alimentos que las circunstancias les permitan con ese sentido de comer de manera adecuada.

En todo ello, educar a todos los niños, niñas y adolescentes en cómo alimentarse correctamente se vuelve una labor crucial. Es la forma de crearles hábitos adecuados para que, con el tiempo, podamos ir disminuyendo esas sobrecargas que en los tiempos actuales nos obligan a atender problemas causados por la desnutrición y otros problemas alimenticios, en lugar de promover inversiones en, por ejemplo, mejores equipos de salud o nuevas tecnologías en pro de la calidad de la educación. ¿Se imaginan que pudiéramos haber dedicado esos US$1,961 millones de sobrecarga de la que nos habla el informe del PMA y la Cepal a esos beneficios y no a cubrir problemas causados por enfermedades derivadas de la desnutrición y la mala alimentación? Yo sí y me encantaría seguir adelante con los programas que tenemos en marcha y otras iniciativas para lograr eso, y mucho más.

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