La nutrición, factor clave en la lucha contra los efectos de la COVID-19

Durante muchos años, artistas dominicanos unieron su talento para cantar en el concierto “Voces Contra El Hambre”, una iniciativa promovida desde nuestros espacios que buscó, mediante la música, despertar una conciencia colectiva para juntos dar real atención a una problemática social: el hambre. Para ser partícipe de esta actividad, el asistente debía entregar alimentos no perecederos que serían destinados a familias dominicanas vulnerables. 

Hoy muchos artistas cantan, quizá no en el mismo espacio, contra los efectos que nos dejará COVID-19. Una problemática que nuevamente nos lleva a luchar contra un enemigo en común: una incorrecta alimentación consecuencia de la crisis económica. Claramente, el impacto que ésta ocasiona en el presupuesto familiar, a pesar de los esfuerzos hechos por el Estado dominicano, podría desencadenar un desbalance en la correcta alimentación, un escenario que pone en riesgo los esfuerzos realizados por años en la lucha contra este mal social. 

Es verdad, una buena alimentación no depende exclusivamente de recursos económicos. En el caso de los desafíos COVID-19, un correcto consumo de nutrientes estará relacionado al uso que cada hogar le da a la ayuda monetaria que el gobierno viene promoviendo para la adquisición de alimentos en los colmados o supermercados de la Red de Abastecimiento Social (RAS), todo esto mediante los esfuerzos del programa “Quédate en Casa”. En definitiva, consumir una dieta balanceada es también responsabilidad de cada jefe de hogar, y es a su vez, vital para el fortalecimiento de las defensas del cuerpo, tan necesarias en medio de esta pandemia sin vacuna. 

Esta reflexión trae a la “solidaridad” como protagonista una vez más. Esto porque en el contexto actual, la verdadera solidaridad se traduce en cuidar de nosotros y cuidar de nuestro entorno. Hoy, un ciudadano solidario es aquel que procura su nutrición y la de sus allegados, es aquel que toma con responsabilidad las medidas de prevención contra la COVID-19, y es aquel que está pendiente de que sus familiares, amigos y vecinos también se protejan mediante la higiene y la nutrición. 

Como hemos expresado en anteriores oportunidades: “el hambre y la desnutrición son injusticias fruto de la falta de solidaridad, de la insensibilidad, del egoísmo y de la deshumanización. Es un problema ético que avergüenza y lacera la misma dignidad humana”. Ante esto, esta crisis sanitaria debe convertirse en una oportunidad para reflexionar sobre el impacto positivo que puede tener nuestra solidaridad con los desfavorecidos. 

El pueblo dominicano es solidario. Sin lugar a dudas, esa solidaridad, junto a políticas sociales sostenibles y a acciones inmediatas, nos permitirán salir victoriosos de la realidad que hoy enfrentamos. Un compromiso que debe asumir cada ciudadano consigo mismo y con su entorno.  

El trabajo en equipo “Estado – Ciudadano”, en materia de hambre cero, no se circunscribe a esta crisis nada más. Es una labor en conjunto constante con la solidaridad como estandarte. Esa es la única manera de alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto. 

Sigamos unidos y comprometidos con una mejor República Dominicana, pero para todos. 

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