La pandemia en el liderazgo femenino: desafíos y retos en Latinoamérica y el Caribe

Hace algunos días tuve el honor compartir importantes reflexiones con grandes lideresas de la región en la conferencia organizada por la Women Economic Forum y She Is Foundation y denominada “La pandemia en el liderazgo femenino: desafíos y retos en Latinoamérica y el Caribe”, para mí un ejercicio necesario en nuestros tiempos donde es muy interesante, reconfortante y retador escuchar a mujeres brillantes y empoderadas como la gobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez, y la expresidenta de la República de Costa Rica, Laura Chinchilla. Claramente, un diálogo que nos permitió poner sobre la mesa las realidades de cada país y cómo, desde nuestra labor y experiencia, estamos contribuyendo a crear condiciones que reduzcan la brecha de género, aún en un panorama tan incierto como el ocasionado por la COVID-19. 

En ese sentido, en nuestra ponencia reflexionamos un poco sobre la importancia de fortalecer el liderazgo de las mujeres de la región desde tres autonomías clave: la física, la económica y la política, pilares que contribuyen con que la mujer reconozca su irrefutable capacidad para desarrollarse económicamente, mantener su integridad física y la de su familia, y generar transformaciones a través de la participación política y social. 

Desde mi perspectiva, el desarrollo de estas tres autonomías (física, económica y política), contribuirá a romper las barreras que imponen la dependencia emocional y económica para el crecimiento integral de la mujer, lejos del machismo y la violencia. Para lograrlo, incidir desde posiciones de alto nivel en la implementación de políticas públicas desde la perspectiva de género, es imprescindible, un aspecto en el cual, tanto yo como mis homólogas, estamos de acuerdo.

En ese sentido, un dato oportuno que también fue destacado en la conferencia, es que el 70% de los hogares de escasos recursos en América Latina son liderados por mujeres, un claro ejemplo de la capacidad que tiene la mujer para la autonomía, pero también una realidad que evidencia que la brecha de género también es una brecha socioeconómica. 

Claramente, para hacer frente a este desafío hace falta un liderazgo transformador basado en la inclusión y la sensibilidad, que nos permita promover la igualdad de acceso, oportunidades, derechos, justicia y política y ética. Solo así podremos acabar con la violencia de género y la brecha salarial, las dos tareas más urgentes para nuestros países. 

Adicionalmente, ese liderazgo que merecemos deberá generar oportunidades para que las mujeres puedan prepararse en carreras tecnológicas, una visión con la que hemos trabajado a lo largo de los años y con la que considero podremos lograr una mayor participación femenina en las profesiones del presente y del futuro. La participación de la mujer en las carreras STEM es vital para el cumplimiento del ODS 5, sobre la igualdad de género, de cara al 2030. 

Como mencionamos en el Women Economic Forum, la lucha por la igualdad de género no es un tema de moda o de imposición. La igualdad de género es un factor de democracia. 

Sin la inclusión de la mitad de la población no habrá confianza en nuestros sistemas de liderazgo y, por lo tanto, las raíces de nuestra democracia para el fortalecimiento continuo siempre serán muy débiles. 

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