Sembrando esperanzas para cosechar progreso

  • Estas familias testifican que la agricultura familiar es una estrategia efectiva de desarrollo rural de gran impacto para lograr el ODS 2 «Hambre Cero» y poner fin de la pobreza.
  • Estamos reconociendo el trabajo tesonero de hombres y mujeres que día tras día trabajan la tierra y que con su excelente desempeño han logrado incrementar sus ingresos, proteger el medioambiente, además de tener una excelente participación comunitaria, así como practicar los valores que promueve el Programa Progresando con Solidaridad.
  • Felicito a las familias reconocidas por sus grandes avances. Las motivo a seguir comprometidas con la agricultura pero también con el crecimiento espiritual y moral de sus familias.

Hay un adagio popular que dice que «quien siembra cosecha», y Jesús en su mensaje nos invita a sembrar en tierra buena si queremos recoger frutos.

Pues esa ley universal de «sembrar para cosechar» se hace vida hoy. Estamos cosechando los frutos del esfuerzo, progreso y compromiso de las familias participantes en el Programa Progresando concretados en piscicultura, lombricultura, aguacates, chinolas, yuca, plátanos, guineos y otros productos, resultados de las acciones del programa de agricultura familiar que trabajamos conjuntamente con la FAO y el Ministerio de Agricultura beneficiando a 314,195 familias.

Y, de esas familias, en esta hermosa tarde, reconocemos el trabajo de las más destacadas, compuestas por mujeres y hombres del campo, que testifican que la agricultura familiar es una estrategia efectiva de desarrollo rural de gran impacto para lograr el ODS 2 «Hambre Cero» y para fin de la pobreza, y que forman parte del 81% de unidades familiares que, con sus manos, trabajan en sus predios agrícolas asegurando la alimentación de nuestra población.

Los reconocimientos que hoy hacemos tienen como objetivo posicionar la agricultura familiar en el centro de las políticas agrícolas para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado. Y en esa tarea contamos con el apoyo técnico de la FAO, a quien le agradecemos su confianza en nosotros.

Producir innovando y haciendo frente a los choques climáticos es un gran reto para ese desarrollo inclusivo que queremos. En tal sentido, hoy premiamos familias participantes de las Casas Sombras, unas estructuras que son similares a los invernaderos, en las que se crean las condiciones apropiadas para cultivar, al tiempo que se reduce el daño que provoca la radiación directa del sol sobre la siembra.

Con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) y a través del proyecto Agricultura Familiar, actualmente tenemos funcionando 14 Casas Sombras en el Seibo, Monte Plata, Hato Mayor, San Juan de la Maguana y Montecristi. En cada uno de estos espacios se producen y comercializan hortalizas, peces y huevos que contribuyen con la seguridad alimentaria y nutricional de las familias que viven en pobreza en las zonas rurales.

En total, las familias integradas al proyecto Agricultura Familiar poseen dos mil 700 metros cuadrados de cultivos de ciclo corto y 172 mil 102 huertos caseros, además de que producen 281 millares de huevos de gallinas ponedoras y dos mil 400 libras de tilapia en cuatro estanques de 250 metros cuadrados.

Varias mujeres empoderadas de una Casa Sombra de Monte Plata nos contaban la forma en que sus comunitarios habían cambiado la forma de alimentarse. Según nos decía, para comer un poco de ensalada tenían que esperar que pasara una guagüita que, la mayoría de las veces, ofrecía los productos mareados y hasta contaminados. Que, a través de las capacitaciones que recibieron en el Centro de Aprendizaje de la Casa Sombra, entendieron que esa costumbre de comprar ensalada no era saludable y que aprendieron a escoger bien sus productos.

Una de sus afirmaciones más interesantes es que, junto a la familia, aprendieron a comer más sano, a incluir el pescado en la dieta y ofrecer vegetales a sus hijos e hijas.

Como pueden ver, todo este proceso de aprendizaje y de integración es motivo suficiente para nuestro encuentro hoy: reconocer el trabajo que realizan en cada una de las comunidades de donde proceden.

Para lograr nuestros objetivos hemos desarrollado diversas actividades productivas en las que hemos contado con la participación entusiasta de nuestros jefes y jefas de hogares, de sus hijos e hijas, y de sus familiares más cercanos, quienes han descubierto, junto con nosotros, que el esfuerzo y la perseverancia dejan sus frutos y que sí se puede producir los alimentos que necesitamos para tener familias saludables.

En esta cuarta versión estamos reconociendo también el trabajo tesonero de hombres y mujeres que día tras día trabajan la tierra y que con su excelente desempeño han logrado incrementar sus ingresos, proteger el medioambiente, además de tener una excelente participación comunitaria, así como practicar los valores que promueve el Programa Progresando con Solidaridad.

Con la entrega de este premio hacemos un doble reconocimiento. A la vez que honramos a las familias productoras, reconocemos también al expresidente de la República, profesor Juan Bosch, por ser el responsable de, en su corto período de gobierno del 27 de febrero al 25 de septiembre de 1963, introducir planes y ejecutorias que permitieron desarrollar el sector agropecuario, al tiempo que impulsaron la agricultura y la ganadería.

Ustedes verán aquí familias premiadas que, después de haber migrado a la ciudad, volvieron al campo a vivir de la agricultura convencidas de que un hogar se puede sostener con el trabajo de la tierra.

Verán familias, que, gracias a su producción, han logrado que sus hijos sean profesionales en carreras universitarias sin perder su identidad de ser campesinos. Van a ver también familias que mejoraron sus viviendas con su trabajo agrícola y mujeres rurales empoderadas en ramas tan necesarias como la lombricultura y la piscicultura.

Me siento orgullosa de cada uno de ustedes. Hombres y mujeres que han sabido dar la batalla y mantenerse en pie, aún en medio de precariedades.

Hemos sido testigos de cómo han ido creciendo y desarrollando sus proyectos familiares. Es fascinante escucharlos contar sus experiencias y, sobre todo, observar la satisfacción con que se expresan. «Producimos tilapias, ajíes, berenjenas, lechugas, espinacas…» «Hemos participado en cursos para hacer yogurt y queso», son algunas expresiones que he podido escuchar en diferentes espacios.

Felicito a las familias reconocidas por sus grandes avances. Las motivo a seguir comprometidas con la agricultura pero también con crecimiento espiritual y moral de sus familias. Recuerden que sus familias son su gran tesoro. Cuídenlas con el respeto, el diálogo que siembran la armonía y la paz. Sigan transmitiendo a sus hijos su ejemplo de trabajo y honestidad. Esa es la única forma en que nuestro país saldrá adelante. Recordemos lo que dijo San Juan Pablo II, que nuestro futuro se fragua en la familia. Sean ustedes los artífices de ese futuro construyendo familias sanas que nos ayuden a vivir en paz.

Muchas gracias.

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