Por una Cultura Ciudadana con más amor y menos control

29 noviembre 2017

administrador

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  • Cultura Ciudadana se propone impulsar un programa de prevención de violencia de pareja desde las normas culturales.
  • Estoy convencida de que, si abordamos esas manifestaciones tempranas de la violencia, podemos prevenir tanto dolor y sufrimiento en las familias dominicanas.
  • Queremos una sociedad dominicana en la que las parejas sean equipo. Una sociedad en la que las parejas puedan mirarse a los ojos con orgullo y decir “Tú y yo somos frente”

Amigos y amigas:

Apenas unos meses después de que asumiéramos el Gobierno en el año 2004, mientras aún me encontraba inmersa en formar el equipo que me acompañaría a convertir sueños en realidades desde el Despacho de la Primera Dama, ocurrió una tragedia que nunca pude borrar de mi memoria racional y emocional.

Era tarde en la noche, quizás ya eran las 9 o las 10 de la noche, y tocó la puerta de las oficinas una señora que traía consigo una cubeta plástica.

¡Qué lejos estaba yo! Nunca me iba a imaginar que en esa cubeta con hielo estaban sus manos, cercenadas por su pareja, aquel que le había jurado amor eterno ante Dios y antes los hombres.

Dolfina estaba desesperada.

Había ido a un centro de salud, no pudieron atenderle, ya no sabía qué hacer. Y algún alma piadosa le dijo “vaya donde la Primera Dama, a ver qué ella puede hacer”.

Recuerdo que llamé desesperada al doctor Héctor Herrand y le dije que preparara la sala de cirugía del Hospital Salvador B. Gautier, donde ofrecía sus servicios.

Movimos cielo y tierra para devolverle sus manos a Dolfina, que soñaba con ser estilista y tener su propio salón.

¿Con cuáles manos lo iba a hacer ahora? Su pareja había destruido sus sueños, por el simple hecho de que ella no le obedeció y no cumplió sus designios.

Yo no pude dormir esa noche.

A las 3 de la mañana me llamó el doctor Herrand, que en paz descanse, y me dio la buena noticia de que la operación había salido bien y que había podido conectar la mayor parte de los nervios, y que solo restaba comenzar terapias para devolver la movilidad en las manos.

Yo no volví a ver a Dolfina hasta 5 años después.

Una noche, en una actividad de la Fiscalía del Distrito Nacional, dónde se puso a circular un libro de heroínas que han luchado contra la violencia de género en el que ella figuraba, nos encontramos nueva vez.

Yo la reconocí inmediatamente y nos confundimos en un largo abrazo.

Me contó que trabajaba en la Fiscalía del Distrito Nacional, justamente para dar el ejemplo a muchas otras mujeres que no encuentran fuerzas suficientes para poner un pare a la violencia de la que son víctimas.

Dolfina me abrió los ojos a una situación que muchos creen que es lejana, cuando en realidad es muy probable que suceda en tu propia casa, en la del vecino o un familiar.

Abrió mis ojos a lo mucho que teníamos que hacer para detener la injusticia más grande que sufre la mujer: ser víctima de violencia física, psicológica o sexual, por el simple hecho de haber nacido mujer.

Dolfina me dio fuerzas para comprender que solo la unión de gente buena y con valores, es la única forma en la que podremos superar esta situación de violencia de género. No hay otra manera.

Hoy estamos aquí, porque no todas las historias son como las de Dolfina.

Porque anualmente un promedio de 90 mujeres pierde la vida a manos de su pareja.

Justo antes de anoche murió Ana de León, a puñaladas, asesinada por su esposo a los 35 años de edad. A todos nos ha consternado que el nombrado Martín Batista haya apagado para siempre la luz de Geraldine, simplemente porque ella ya no lo quería más.

Amigos y amigas:

Un feminicidio no ocurre porque un día el asesino se levantó con ese propósito. Un feminicidio es una escalada de violencia que inicia con comportamientos de control y sentimientos de posesión que todos los que estamos alrededor de la víctima podemos ver, pero que ella no, porque las acepta en nombre del amor incondicional que nos fue inculcado, sobre todo a las mujeres.

Estoy convencida de que, si abordamos esas manifestaciones tempranas de la violencia, es decir, los celos, el control, la posesión, las asimetrías de poder; podemos prevenir tanto dolor y sufrimiento en las familias dominicanas.

Pero para eso, necesitamos una cultura que crea y defienda la igualdad entre hombres y mujeres, que respalde la comunicación y la creación de acuerdos para resolver conflictos, que respete las decisiones, autonomía y libertad del ser amado.

Necesitamos una nueva cultura del amor.

Con ese propósito, hemos estado trabajando en este proyecto, que se denomina Cultura Ciudadana, una metodología científica que ha sido desarrollada por el ex Alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, para generar cambios de comportamientos, actitudes y normas sociales y que aportó al logro de importantes transformaciones en la ciudad de manera muy exitosa mientras el desempeñó esa función.

El trabajo realizado por el profesor Mockus en Colombia logró una reducción de 34% en la violencia intrafamiliar y de 30% en la violencia de pareja. Además, redujo la tasa de homicidios en un 40%, los homicidios por accidente de tránsito en un 75% y las lesiones personales en un 23%. Todo esto aplicando los conceptos de Cultura Ciudadana.

Con Cultura Ciudadana buscamos algo que podría sonar bastante sencillo, pero que es muy profundo: alinear nuestra moral (es decir, lo que creemos y hacemos colectivamente, lo que nos genera aprobación o rechazo social), con nuestra cultura (o sea, lo que todos creen y hacen, la aprobación social) y con nuestras leyes.

Como dice el profesor Mockus, muchos de los problemas de convivencia se dan por un divorcio entre la ley y la cultura.

Y todos, de una forma u otra, somos agentes culturales: influimos en otros con nuestra conducta, con nuestra aprobación o rechazo de ciertos comportamientos, y con la formación que damos a otros.

La visión de país que debemos construir no es un país con más cárceles, sino un país con más ciudadanos que respeten la ley.

Queremos que los cambios culturales que logremos, no sean logros de una gestión, sino logros compartidos de una ciudadanía empoderada que colectivamente decidió construir un país libre de feminicidios y violencia de pareja.

Y parte esencial de este esfuerzo consiste en generar unión de criterios entre las instituciones públicas y privadas que trabajan arduamente para revertir la situación que hoy vivimos.

Amigos y amigas:

Sé que muchos de los problemas sociales que nos afectan pueden ser transformados, con una participación activa y responsable de la ciudadanía.

Queremos que no existan elementos como los que vieron en el video, que erróneamente justifiquen el control, las prohibiciones y el maltrato, para que todos nos empoderemos y podamos cumplir y hacer cumplir la ley.

Cultura Ciudadana se propone impulsar un programa de prevención de violencia de pareja desde las normas culturales, como complemento idóneo al fortalecimiento del sistema de persecución y de atención.

Una mayoría de las mujeres víctimas de violencia de pareja, identificó comportamientos y manifestaciones de violencia, que se pueden detectar antes de llegar a la violencia física.

Ahí es que queremos colocar el foco, en las primeras manifestaciones de violencia que se dan en las parejas, para desnaturalizar esos comportamientos, creencias, conductas y normas sociales que pueden escalar a un homicidio en nombre del amor.

Esta estrategia tiene 2 frentes y 7 acciones.

Un primer frente busca transformar la cultura machista de “abajo hacia arriba”:

Trabajaremos de la mano de las organizaciones, instituciones y personalidades influyentes, para poner en marcha transformaciones de creencias, representaciones y expectativas que están en la base de la violencia.

Basados en data fiable y resultados concretos, utilizaremos el arte y la cultura como escenarios y vehículos de cambios culturales.

El segundo frente busca generar innovación en el andamiaje institucional. Con ello buscamos promover cambios de comportamientos específicos en el trabajo directo con hombres y mujeres, para que aprendamos a resolver los conflictos y manejar las emociones en nuestra cotidianidad, y así prevenir la violencia y su escalamiento en la vida en pareja.

Queremos que los hombres y mujeres de la República Dominicana sean capaces de transformarse en agentes de paz y armonía en sus relaciones, en sus hogares y en sus comunidades.

Todo lo que veremos aquí se reúne en una premisa muy sencilla: promovamos amor del bueno, en todas las relaciones de pareja. Amor sincero, sin egoísmos, sin celos, sin envidia. Amor con valores.

Queremos una sociedad dominicana en la que las parejas sean equipo. Una sociedad en la que las parejas puedan mirarse a los ojos con orgullo y decir “Tú y yo somos frente”.

Una sociedad en la que las mujeres dominicanas no se sientan controladas por sus compañeros y se sientan amadas desde la confianza y la libertad.

Una sociedad que no valide comportamientos de control desde el hombre hacia la mujer, que puedan terminar en agresiones u homicidios.

Habrá quienes digan que esta es una acción más. No lo es. Necesitamos esta y necesitamos otras, y seguir intentando hasta que encontremos la solución definitiva, a un flagelo que va en contra de nuestra verdadera naturaleza, la de amar y ser amados, la de ser seres humanos libres, dignos e iguales.

¡Basta ya!

Las mujeres no somos ciudadanos de segunda categoría. Arranquemos de raíz esa creencia con la fuerza y la determinación de todos y todas.

¡Qué no hayan más Dolfina ni más Geraldine! Ni más Emely, Ani, Niurka ni Marisol… ¡Qué ninguna mujer tenga que sufrir! ¡Qué nuestra sociedad haga un compromiso con la paz y con el amor!

No tenemos que esperar meses o años. El cambio debe darse ya,’; el cambio es ahora.

Y está en las manos y el corazón de cada hombre y mujer de nuestro país.

Vamos a lograrlo.

¡Qué Dios los bendiga! ¡Muchas Gracias!

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