Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor
El que es curioso de la historia y de los personajes que han tenido que enfrentar los grandes retos de la humanidad, tiene a Winston Churchill en la cúspide del liderazgo fascinante y motivador para tiempos de crisis. Su discurso ante la Cámara de los Comunes, en el que afirmó no tener más nada que ofrecer que no fuera “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”, marcó el ritmo de un Reino Unido que comenzaba a sentirse preso del pesimismo de la derrota.
Esa arenga une a Churchill con otro gran personaje histórico que enfrentó momentos de crisis. Theodore Roosevelt, antes de ser Presidente de los Estados Unidos, mientras preparaba la estrategia de combate en la guerra hispano-norteamericana de 1898, apeló a la “sangre y el sudor y las lágrimas” de sus predecesores para motivar a sus tropas al triunfo.
También lo une con Giuseppe Garibaldi, quién tuvo a su cargo la defensa de la República italiana frente a los franceses enviados por Napoleón III.
Lo cierto es que, aunque la frase parecerá trillada para algunos, está presente en distintas formas, fraseos, parafraseo y referencias en casi todos los momentos importantes de la humanidad. Y ha servido de inspiración para que todos los grandes líderes se enfoquen en qué pueden ofrecer en momentos de crisis, en lugar de qué necesitan que se haga.
John F. Kennedy lo inmortalizó con su frase “no se pregunten qué puede hacer su país por Ustedes, sino qué pueden hacer ustedes por su país”. Barack Obama, con su extraordinaria capacidad discursiva, traería una nueva frase para manifestar ese deseo de aportar a la sociedad, al declararse ganador de las primarias de New Hampshire dijo que “había un simple credo que resumía el espíritu de las personas: sí, podemos”.
Ante la crisis actual de la humanidad, causada por el coronavirus COVID19, las palabras parecerán pocas a la hora de dar aliento a la población, o dar consuelo a los que han perdido a sus seres queridos. Pero tal y como lo han hecho grandes líderes en el pasado, el momento es propicio para dar más que recibir, para ofrecer servicios, apoyo y consuelo a la población, especialmente a los más desfavorecidos
Ante la crisis actual de la humanidad, causada por el coronavirus COVID19, las palabras parecerán pocas a la hora de dar aliento a la población, o dar consuelo a los que han perdido a sus seres queridos. Pero tal y como lo han hecho grandes líderes en el pasado, el momento es propicio para dar más que recibir, para ofrecer servicios, apoyo y consuelo a la población, especialmente a los más desfavorecidos
El liderazgo político, empresarial y social del país debe sumarse en un mismo espíritu y estar preparado para ofrecer “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” para enfrentar esta tarea titánica que ocupa a nuestra sociedad.
El coronavirus no solo afecta nuestra salud física, sino que también amenaza nuestro espíritu, porque es un enemigo silente, fácil de subestimar, contra el cual se hace difícil luchar. Quedarse quietos es la mejor opción, una acción que va en contra de la naturaleza humana, que siempre está presta a dar la batalla, aunque haya que poner en juego la vida.
Grandes desafíos nos aguardan más adelante. Pero la historia está ahí, para recordarle a la humanidad que no hay reto que, unidos y con fe, no hayamos podido vencer o superar.
El sacrificio que se nos exige ahora, la sangre, el esfuerzo, las lágrimas y el sudor, serán recompensados con una humanidad más coherente, justa y dispuesta a cuidar de la Tierra, regalo de Dios.
En esta época de dificultad, hagamos nuestras las enseñanzas de San Pablo, cuando le dijo a los Romanos que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Amén.