Educación 2.0, lo que nos dejará la pandemia
El nuevo año escolar que debería iniciar el próximo mes de agosto, ha generado una justa expectativa a los hogares dominicanos. Es natural que en nuestras familias surjan dudas sobre cómo será este nuevo camino académico: si las clases serán presenciales, virtuales o semi presenciales, y cuán ideal es cada uno de estos escenarios para asegurar la salud de nuestra familia, en primer lugar, y en segundo lugar su adecuada formación.
En este sentido, la efectividad sanitaria y académica del año escolar 2020-2021, dependerá del propio comportamiento de la pandemia y, por supuesto, de la voluntad de todos para la creatividad y la resiliencia. Pues adaptándonos, es la única manera de lograr que nuestros niños y adolescentes no pierdan su ritmo de crecimiento académico y así no aumente la deserción escolar que hemos reducido en los últimos años.
Es cierto que esta pandemia cambia radicalmente el modelo de formación que conocemos, sin embargo, no es momento de echar hacia atrás o tirar la toalla y dar el año por perdido. Es tiempo de que la solidaridad y la resiliencia se conviertan en protagonistas, para que todos los actores involucrados puedan encontrar herramientas innovadoras que permitan continuar cerrando la brecha del conocimiento.
Los últimos meses del pasado año escolar, que se vivieron en pleno confinamiento, fueron una muestra de que los esfuerzos realizados a través del programa República Digital, rindieron frutos. Sin embargo, hay tareas pendientes, y un análisis de los desafíos identificados durante el tiempo de total formación digital, se hace imperativo.
Una vez analizados esos desafíos que nos dejó la cuarentena en lo que respecta a la educación digital, entonces debe haber un consenso entre madres, padres, maestros, centros académicos, orientadores, autoridades en función, en fin, entre todos los actores de la comunidad educativa dominicana, a fin de idear un nuevo modelo académico flexible a la realidad socioeconómica en la que se encuentra el país.
La educación de calidad no debe dejar de ser una prioridad para todos, pero esta calidad debe ir en concatenación con la realidad social que viven los dominicanos. Por esto, el nuevo año escolar amerita de una revisión y adaptación concreta en lo relacionado a: currículo educativo y sus formas de contenido, integración familiar, formación del docente, acompañamiento emocional para estudiantes y maestros, capacidad técnica de cada hogar, etc.
La educación no será como la conocemos, es momento de rediseñarnos, adaptarnos e innovar. En este sentido, no podemos escatimar en poner en práctica las herramientas que nos puedan llevar hacia la meta. Por esto, el pasado año escolar durante el confinamiento, también se puso en marcha una programación educativa impartida desde la red de radios comunitarias de los Centros Tecnológicos Comunitarios (CTC) de la Vicepresidencia, que se encuentran en las zonas más vulnerables del país.
Este es un camino nuevo por recorrer, el primer paso es que todos asumamos con franca voluntad la educación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Luego de esto, la solidaridad es ineludible, pero una solidaridad que trascienda a todos los sectores, que cada dominicano se pregunte cómo puede aportar a que no perdamos metas ya alcanzadas en materia de educación. Esta es una causa de todos.
Las crisis nos obligan a encontrar oportunidades que generen las transformaciones necesarias para mitigar la propia crisis. La COVID-19, pudiera mostrarnos el camino hacia la educación 2.0, pero más integral, con mayor acompañamiento familiar.