COVID y género
La pandemia del coronavirus afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres. Para todos es una catástrofe y un gran reto, pero al comprender las diferentes formas como nos impacta, podemos desarrollar mejores soluciones para transitar hacia la normalidad.
Las consecuencias de esta pandemia son multidimensionales. Es imposible ver el fenómeno desde una sola óptica, por el contrario, hay que aplicar todos los filtros y criterios posibles para comprender las distintas situaciones que enfrentan los ciudadanos, según su realidad socioeconómica.
Como el tejido productivo de todos los países ha quedado tan afectado por la pandemia y la disponibilidad de empleo se ha reducido drásticamente -24 millones de trabajos se han perdido hasta el momento en América Latina- resulta evidente que en el mercado del trabajo se han generado graves situaciones que se exacerban por las brechas de género que aún persisten en nuestra región.
Antes de la pandemia, una de las mayores preocupaciones de los gobiernos y organismos internacionales en la región eran las graves dificultades de la mujer para equilibrar sus responsabilidades laborales con las actividades propias de la economía de cuidados, que obliga a las mujeres a buscar trabajos temporales o a tiempo parcial, disminuyendo sus ingresos. En la República Dominicana, previo a la pandemia, en un hogar con niñas y niños menores de 6 años, el 84% de los hombres tenía trabajo, frente a tan solo el 47% de las mujeres. Ese es un indicador preciso de la segregación ocupacional, que también se observa en las brechas salariales por género.
A la hora de generar políticas públicas hay que prestar especial atención a las mujeres jefas de hogar con menores en edad escolar, ya que enfrentan un reto aún mayor que el resto de las mujeres debido a la carga laboral y de cuidado en el hogar.
Las brechas no han hecho más que profundizarse ante la realidad de la pandemia del COVID19. El confinamiento y las restricciones de movilidad social resultan en una mayor carga para las mujeres en torno a la economía de cuidados. La educación virtual, la vulnerabilidad de los mayores ante el COVID y las dificultades económicas para cubrir servicios en el hogar, obligan a la mujer a poner en pausa sus aspiraciones profesionales y laborales, para cuidar la estabilidad familiar.
El impacto es sustancialmente más significativo en los estratos socioeconómicos más bajos. De acuerdo con informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, durante la pandemia, el 49% de las mujeres de bajos ingresos no pudieron trabajar, comparado con el 31% de los hombres.
Así como la pandemia ha acelerado tendencias positivas como el teletrabajo, también ha profundizado brechas negativas, como la desigualdad de género. Es por ello que hay que hacer un mayor esfuerzo para que las responsabilidades del hogar sean compartidas entre hombres y mujeres, propiciando reglas laborales que equilibren la carga de la mujer en este sentido y permitan que el hombre esté más presente en el hogar. Es necesario mantener los programas de apoyo social o al trabajo, con mayor énfasis en la mujer, más allá del horizonte temporal que se ha establecido hasta el momento. A pesar de que llegare la reactivación económica, a la mujer se le hará más difícil que al hombre insertarse en el mercado laboral en el contexto actual.
Son muchas las recomendaciones que se pueden presentar para nivelar el terreno entre hombres y mujeres, ante el COVID, y hay medidas que se hacen más urgentes que nunca. Ahora más que nunca, la sociedad tiene rostro de mujer y necesita ser fortalecida para salir airosos de esta pandemia.