Sin igualdad no hay progreso
Cada noviembre me permito hacer una reflexión profunda sobre las familias dominicanas y cómo desde este núcleo se forman las bases para convertirnos en una mejor sociedad. En ese tenor, son muchas las iniciativas que hemos creado, en aras de fomentar esa educación con valores, y que nacen en el seno familiar; acciones que temo se han debilitado con el pasar del tiempo.
Bien por ti, fue uno de esos proyectos inspiradores que hemos tenido la oportunidad de desarrollar desde el inicio de nuestro ejercicio público, iniciativa que rindió frutos en la tarea de multiplicar esa formación con solidaridad, respeto y el amor que caracteriza a las ciudadanas y los ciudadanos dominicanos. Claramente, esta intención de defender los valores familiares continuará formando parte importante de mi compromiso con la familia dominicana.
En ese sentido, la pandemia, que ha traído consigo duras consecuencias económicas y sociales, es ese punto de quiebre reflexivo para volver a lo esencial: el ser humano. Un ser que no puede vivir sin convivir, y es eso lo que hemos tenido que llevar a la práctica en los últimos meses: a aprender a convivir en familia cuidándonos los unos a los otros.
Sin embargo, convivir en familia para muchos no es una tarea fácil. La Organización Mundial de la Salud (OMS), confirmó el pasado mes de mayo que la violencia contra la mujer aumentó significativamente iniciada la cuarentena. Claramente, se trata de la odisea que viven muchas dominicanas fruto de la violencia, al tener que quedarse atrapadas en un ambiente de abuso físico y emocional.
Pero además de esta realidad, existe otra que gana destaque. Aquí me refiero al 40% de los hogares dominicanos que son liderados exclusivamente por mujeres jefas de hogar, un porcentaje que ha aumentado en un 13.3% en los últimos 40 años, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Estas mujeres, hacen una labor titánica para llevar hacia adelante el futuro de sus hogares, algo que, en el mes de la familia, quiero reconocer.
Aquí también es oportuno destacar el impacto emocional que podría desarrollarse en niños abandonados por alguno de sus progenitores. Por ejemplo, estudios destacan que la presencia del padre es clave para forjar la identidad de los hijos, esto por la contribución en el desarrollo psicosocial del menor y, por supuesto, el soporte material necesario. A esto debemos sumar que, la ausencia de uno de los padres en la familia, es un factor que también alimenta la pobreza en hogares vulnerables. Este último, un aspecto fundamental contemplado en los estudios de hogares que realizamos y en los proyectos que implementamos durante nuestra gestión.
Considerando este escenario, no debemos dejar de lado a las mujeres dominicanas jefas de hogar que están sobrellevando los desafíos económicos de la pandemia, las nuevas demandas de una educación a distancia, y la formación familiar que están llamadas a dar. Estas son situaciones reales que ameritan de la solidaridad de todos y un Estado presente que genere oportunidades inclusivas para el progreso sin exclusiones.
En ese sentido, para que podamos tener núcleos familiares sólidos que permitan afianzar la formación en valores, y también reducir la tasa de pobreza, es de carácter imperativo alcanzar la igualdad de género. Se trata de una labor multisectorial que desarrollamos durante nuestra gestión en el Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales, algo que amerita de seguimiento, multiplicación y gestión con sinergia.
Una vez más se comprueba que no existe progreso sin la reivindicación de la mujer, tanto desde el punto de vista social como de políticas públicas. En esa tarea, saben que siempre me tendrán en primera fila.
Feliz mes de la familia, especialmente a aquellas madres valerosas que aún hoy, en momentos tan desafiantes, lideran a sus hogares con valentía y amor, hacia el progreso y la crianza de honrados ciudadanos. Tienen todo mi respeto y admiración.