Adanaismo en política
El adanismo es la “tendencia a comenzar una actividad sin tener en cuenta los progresos que se hayan hecho anteriormente”, lo mismo que decir, como si nadie la hubiese ejercido en el pasado. En la política de hoy en día, es una actitud que ha tomado cuerpo y se ha convertido en la doctrina de muchos que hoy ejercen puestos públicos. Presentan sus ideas, propuestas y acciones como la génesis y origen, ignorando, a sabiendas, los avances y logros del pasado.
El adanismo es parte de la cultura populista que impera en la actualidad. Es una actitud que debilita la institucionalidad, puesto que desconoce la continuidad del Estado y lleva al país hacia el derroche de recursos, porque se malgastan fondos públicos promoviendo iniciativas “nuevas” sin que se construyera sobre lo que ya existía.
Se enfrenta un grave riesgo si se asume la actitud de desconocimiento de lo anterior como una forma propicia de hacer política, porque, así como se intenta borrar las acciones del pasado, luego tratarán de borrar los hechos históricos, las tradiciones o las ideologías que le sean contrarias. Se disloca el orden político, afectan el pacto social y político que debe existir en toda sociedad y fortalece un ejercicio político negativo, enraizado en la idea de que es mejor ser enemigos que adversarios.
El gobierno actual asumió un discurso y una narrativa enfocados en que todo estaba mal, cuando no era así. Esa actitud ha hecho desaparecer muchas acciones positivas, programas concretos que funcionaban a favor de la ciudadanía, ya fuera para la mejora de la salud, de la protección social y de la economía familiar. El país observa con preocupación y desagrado el descuido de las instituciones, lamentando la elección de un gobierno que da la espalda a la ciudadanía.
El adanismo ha dado al traste con la confianza necesaria para llevar a cabo una obra de gobierno de calidad. Decía Fukuyama que la confianza constituye “la virtud social que mejor explica el éxito de las naciones más prósperas”. Pero este valor tan importante no puede existir cuando se asume la actitud de querer ser el pionero de todo lo que ya existe.
Uno de los grandes retos que enfrentan los partidos y los políticos es, precisamente, reconstruir el vínculo con la sociedad. Esta tarea comienza por asumir la responsabilidad con la verdad como eje fundamental del ejercicio político y presentar a los ciudadanos una visión de país que todos podamos compartir, sin importar quién ocupe la residencia política de Gascue.
Hay que reconocer lo que se hizo y lo que falta por hacer, con honestidad y deseos de hacer mejor lo que ya estaba bien. Pero acudir a cada proceso electoral con la idea de borrar todo lo que existe, solamente nos lleva al atraso y condena a los ciudadanos a la pobreza y la exclusión.