Efectos de la inseguridad alimentaria
Debido a la falta de políticas públicas de calidad, poco a poco y de manera sostenida, el país va cayendo en el pozo de la inseguridad alimentaria, lo que significa la pérdida de décadas de logros y decisiones atinadas que aportaron a que la República Dominicana alcanzara uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio más importante, que fue la disminución del hambre y la malnutrición a la mitad. Esos éxitos han quedado en el pasado.
Hace apenas unas semanas, el Programa Mundial de Alimentos advertía que la inseguridad alimentaria extrema casi se ha triplicado en la República Dominicana después de la pandemia, mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pronosticó una escalada de precios prolongada en nuestro país, debido a la alta dependencia de la importación, situación que se agrava por las carencias económicas de los sectores más populares, que no pueden enfrentar por sí solos el alto costo de la vida.
Es cierto que la pandemia y las situaciones de la geopolítica han generado un panorama desolador para los dominicanos y dominicanas, manifestado en la alta inflación que experimenta la economía de nuestro país. Pero no menos cierto es que otros países, de igual configuración que la nuestra, han implementado políticas públicas atinadas que le han permitido mantener la inflación en niveles aceptables, a la vez que sus gobiernos acuden en auxilio de los sectores a cargo de la producción nacional, en lugar de golpearlos con legislaciones que privilegian las importaciones de artículos que se pueden producir en territorio nacional.
Las decisiones del actual gobierno profundizan y extienden la crisis en el tiempo, en lugar de ponerle un freno, puesto que se ignora la importancia de atender a los sectores productivos del país que bien podrían suplir los productos de primera necesidad a precios mucho más asequibles, si tuviesen la certidumbre de un gobierno que no impulsa una competencia desleal.
Esta crisis de inseguridad alimentaria que está tomando fuerzas tiene efectos en toda la vida nacional. Genera inseguridad física en las calles de nuestro país, porque la falta de empleos y de alimentación adecuada es caldo de cultivo para el aumento de los hechos delictivos. Por otro lado, afecta la calidad de la educación dominicana, porque los padres se ven forzados a abandonar la alimentación adecuada de sus hijos, que, para colmo, no cuentan con el auxilio de los programas de alimentación escolar. Adicionalmente, la inseguridad alimentaria afecta la productividad nacional, lo que a su vez alimenta el circulo vicioso que lleva a más personas a la pobreza.
El gobierno debe atender esta crisis con urgencia y determinación, no buscando soluciones cortoplacistas que generan más daños que soluciones. La legislación para el “arancel cero” no resultará en mejores precios de la canasta básica ni existen programas para incentivar la necesaria producción nacional. El resultado nefasto lo podemos advertir desde ahora: más pobreza, más inseguridad ciudadana y menos bienestar e igualdad social.