Igualdad de género para un mayor crecimiento económico

  • En nuestra región, todos los que ocupamos algún puesto de influencia tenemos que comenzar a tomar las decisiones correctas, aún no sean populares, aunque no nos dejen un crédito político. Porque de ese tipo de decisiones, dependen las futuras generaciones.
  • La paridad de género no es un concepto, ni un pensamiento abstracto, se trata de realidades que requieren acciones importantes en el ámbito normativo, especialmente en lo referente a la discriminación salarial por género y a las trabas que existen para que la mujer escale a posiciones directivas y de influencia política.
  • El mensaje es bien claro: los países que quieran ser competitivos en la economía del siglo XXI tienen que hacer de la equidad de género una parte crítica del desarrollo de su capital humano.
  • Alcemos nuestras voces, declamemos juntas que cada día somos más dueñas de nosotras mismas, que exigimos ser respetadas y amadas, que nuestro derecho a la autonomía física, económica, emocional y social, no son negociables.

Queridas amigas y amigos:

El legado económico que hemos construído desde la revolución industrial hasta la fecha, ha traído consigo graves asimetrías y brechas, que tenemos que atender con urgencia.

Nos hemos enfocado mucho hacia el constante crecimiento del Producto Interno Bruto, que como todos saben, mide factores económicos que muchas veces están muy lejos de las personas, pero sobre todo, factores que están muy lejos de las mujeres.

El PIB no mide la injusta desigualdad en el salario a la que se enfrentan millones de profesionistas, aún cuando realizan la misma labor que un hombre, en las mismas condiciones y con igual formación.

Tampoco mide la pobreza en los hogares con jefatura femenina, hogares que son ignorados por el desarrollo económico y que son, muchas veces, el origen cultural de la desigualdad.

No mide la economía de cuidados, las horas interminables que dedicamos al cuidado de los
demás; que según la consultora McKinsey, a nivel global, equivaldría al 13% del PIB mundial.

Hoy en día, no es posible siquiera pensar en economías que progresen, sin poner a la mujer en el centro de las políticas económicas y sociales, porque ya se ha demostrado con creces el aporte que hacemos a las economías.

Tomemos como ejemplo a América Latina y El Caribe. El crecimiento económico que hemos experimentado en los últimos 15 años, no se puede explicar sin la incorporación de 70 millones de mujeres al mercado laboral.

Ya se ha demostrado que cerrar totalmente la brecha de género a nivel mundial, resultaría en un crecimiento de hasta 12 trillones de dólares en la economía.

Y tan solo una acción para poner fin a la discriminación salarial por género, añadiría 10 billones de dólares a la economía global.

Así lo refleja el informe “Global Gender Gap” del Foro Económico Mundial, que asevera y demuestra que la paridad de género es clave para que las sociedades prosperen.

En ese reporte, la República Dominicana ocupa el puesto 74; y Panamá, ocupa el puesto 45, ambos nos encontramos por encima del promedio mundial, aunque muy por debajo de Islandia, el país con la mayor igualdad de género en el mundo.

Yo vengo de estar en la ONU, en las reuniones de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer que se realizan cada año para esta época.

Tuve la agradable oportunidad de intercambiar con los países nórdicos, entre ellos Islandia, y ver por que nos llevan tanto en este tema.

La Primera Ministra de Islandia me decía que como país, ellos no nacieron con la igualdad de género. Les tocó construir esa igualdad, tomando decisiones que no han sido fáciles ni tampoco populares, pero que han sido correctas.

Nuestra región, todos los que ocupamos algún puesto de influencia en República Dominicana y Panamá, tenemos que comenzar a tomar las decisiones correctas, aun no sean populares, aunque no nos dejen un crédito político. Porque de ese tipo de decisiones, dependen las futuras generaciones.

Por eso, yo celebro que instituciones como el BANITSMO tomen la iniciativa y aporten con determinación a la discusión sobre este tema. Es el resultado de mujeres empoderadas que llegan a posiciones de influencia y, en consecuencia, se disponen a colocar en el debate público, la importancia de la igualdad de género.

El diagnóstico sobre paridad de género que se ha presentado hoy y la propuesta de política pública que busca impulsar el emprendimiento y la empresarialidad femenina, colocan a Panamá a la vanguardia de la región en la lucha por los derechos de la mujer.

Lo que ustedes están haciendo no es tan solo ver a la mujer desde la perspectiva de una oportunidad de negocios, sino también desde el aporte que el empoderamiento femenino hace a la sociedad.

Amigos y amigas:

La paridad de género no es un concepto, ni un pensamiento abstracto, se trata de realidades que requieren acciones importantes en el ámbito normativo, especialmente en lo referente a la discriminación salarial por género y a las trabas que existen para que la mujer escale a posiciones directivas y de influencia política.

En todo el mundo, solo hay 10 países que tengan gabinetes de gobierno con paridad de género; y apenas un 5% de las Presidentas de grandes empresas son mujeres.

Me alegra tener aquí a una de ellas.

Tan solo hay 17 Jefas de Estado o de Gobierno, apenas un 24% de parlamentarias y 18% de ministras.

Las mujeres solo tienen acceso a los servicios financieros en 60% de los países, y en 44 países aún persiste un 20% de la población femenina que es analfabeta.

Señoras y Señores, al ritmo que vamos, a América Latina le tomará 74 años cerrar la brecha de género. Simplemente no es justo que ninguna de las que estamos aquí estaremos vivas para presenciar ese momento.

Y lo peor de todo es que esos números no tienen una tendencia hacia la alza, por el contrario, van disminuyendo.

Como siempre ha sucedido en la historia de la humanidad, los sectores que mueven la economía son los que se arriesgan a generar cambios con mayor rapidez, como sucede en el sector financiero.

La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Qué tan preparados están para responder a las necesidades financieras de las mujeres?

Hoy en día, las responsabilidades financieras, dentro y fuera del hogar, tienen un componente de género muy marcado, que incide en cómo las mujeres nos vinculamos a la banca.

Por eso, es importante profundizar sobre la cultura financiera de la mujer, pero especialmente de aquellas que viven en situación de vulnerabilidad, especialmente mujeres pobres, madres solteras, las que viven con algún tipo de discapacidad o en zonas de alta vulnerabilidad.

En primer lugar, porque nuestro comportamiento hacia el dinero es distinto.

Las mujeres somos un 16% más propensa que los hombres a ahorrar para gastos futuros. Y ese ahorro lo destinamos a gastos de capital y a inversiones, en lugar de gastos personales.

Una amplia diversidad de estudios confirman que las mujeres gastamos más de nuestros ingresos en alimentos, atención médica, mejoras en la educación de nuestros hijos y de nosotras mismas.

En consecuencia, el uso que damos al dinero genera un efecto multiplicador que conduce a un mayor crecimiento del empleo y a la diversificación de las economías, especialmente a nivel local.

Apoyar a la mujer en sus objetivos económicos aporta a las metas de generación de capital
humano y social que necesitan nuestras sociedades.

Es por ello que insisto en la importancia de que existan productos financieros específicos que sean atractivos a la mujer.

Eso requiere, a su vez, que a nivel corporativo exista una cultura de apertura hacia ese propósito.

Por eso, celebro que cada vez más mujeres formen parte de las instituciones bancarias, no
solo por ser empleos de alta calidad, que generan desarrollo del capital humano, sino también, porque es parte de la equidad de género a la que aspiramos.

Las mujeres en los negocios también es muy rentable. Un interesante análisis del Peter G. Peterson Institute for International Economics (PIIE), dice que las empresas que han aumentado la representación femenina en puestos de trabajo, han experimentado, en promedio, un 15% de aumento en su rentabilidad.

Este análisis de más de 21 mil empresas en 91 países dice que la presencia de mujeres en el liderazgo corporativo mejora el desempeño de las empresas y que los incentivos y las políticas que impulsen el ascenso de la mujer en el escalafón corporativo, tienen un impacto significativo en el desempeño de la empresa.

Este impacto también sucede en otros ámbitos: Si se le otorga igualdad de acceso a la tierra a las mujeres, la productividad agrícola aumenta entre un 20 y un 30 por ciento.

Las empresas con tres o más mujeres en la alta dirección, mejoran su rendimiento en un 53 por ciento en comparación con aquellas en las cuales no hay participación de la mujer.

Solo por poner dos ejemplos.

El mensaje es bien claro: los países que quieran ser competitivos en la economía del siglo XXI tienen que hacer de la equidad de género una parte crítica del desarrollo de su capital humano.

Por ende, dar prioridad a las mujeres no es una opción. Es una necesidad.

Amigos y amigas:

No puedo dejar de referirme al tema político.

De nada sirve saber qué es lo que se tiene que hacer para lograr la igualdad, si quienes toman decisiones no se apropian de esa agenda, de esas decisiones correctas y necesarias.

A mi me complace reconocer importantes avances políticos en la región. Como la elección de Epsy Campbell en Costa Rica, Isabel aquí en Panamá, la de Marta Ramirez en Colombia, la elección de María Fernanda Espinosa, ecuatoriana, como presidenta de la Asamblea General de la ONU, Paula Mae Weekes como Presidenta de Trinidad y Tobago, y Mía Mottley como Primera Ministra de Barbados.

Hace 50 años, la llegada de todas ellas a estos espacios era impensable.

No es suficiente romper el techo de cristal del que tanto se habla. El reto es evitar que se vuelva a poner y asegurarnos de que la puerta siga abierta para todas.

Las mujeres en puestos de poder, tenemos la responsabilidad no solo de trillar el camino de las que nos seguirán… si no también de acompañarlas en su formación.

El momento de la mujer en toda la región es ahora, no me queda duda.

Como dice un poema de Alfonsina Storni, cada día que pasa, me siento más dueña de mi misma. Pero no quiero ser yo sola la que me sienta así. Albergo ese deseo para las más de 300 millones de mujeres de toda América Latina y El Caribe.

Alcemos nuestras voces, declamemos juntas que cada día somos más dueñas de nosotros mismas, que exigimos ser respetadas y amadas, que nuestro derecho a la autonomía física, económica, emocional y social, no son negociables.

Hagamos realidad el más justo de los derechos: igualdad, ni más, ni menos.

Muchas gracias y que dios les bendiga siempre.

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